Está potente ser adulto: conversación sobre un meme con el sociólogo Álvaro Soler

Esta entrevista primero fue un post en nuestra cuenta de Instagram. Entregamos la transcripción a petición de nuestra audiencia, que busca respuestas sobre la adultez y el malestar que causa en una generación que sufre cada vez más para hallar la estabilidad laboral, la anhelada promesa del mérito y la cristalización de sus proyectos de vida.

Fecha: 2025-01-10

Por: Karen Parrado Beltrán

Está potente ser adulto: conversación sobre un meme con el sociólogo Álvaro Soler

Esta entrevista primero fue un post en nuestra cuenta de Instagram. Entregamos la transcripción a petición de nuestra audiencia, que busca respuestas sobre la adultez y el malestar que causa en una generación que sufre cada vez más para hallar la estabilidad laboral, la anhelada promesa del mérito y la cristalización de sus proyectos de vida.

Fecha: 2025-01-10

Por: KAREN PARRADO BELTRÁN

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Si cerraste el 2024 con la sensación de que la adultez te agobia, no estás solo. A mileniales y Z nos habita el sentimiento generacional de que ser adulto resulta insoportable por la crítica realidad política y social que ha tensado al máximo nuestra relación con el trabajo, la vivienda y con nuestros vínculos sexoafectivos

No es solo la adultez, ¡la época está potente! Y es más que un meme. En ello tienen lugar desde el capitalismo y la política, hasta las series en Netflix y el control de Elon Musk en una red social. La buena noticia es que aún nos quedan cosas por hacer ante el agobio. Al menos eso cree el sociólogo español Álvaro Soler, que también es un milenial.

Hablamos con Soler, además divulgador y creador en internet del proyecto @sociologia_inquieta, como parte de nuestro especial de contenidos de fin de año #HablemosDeDiciembre versión 2024. Hablamos sobre un meme. No importa la versión del meme que hayas visto, con seguridad al verlo una parte muy íntima de tu corazón ha asentido con todas sus fuerzas: ‘Está potente ser adulto’. 

Meme 'Tá potente la vida de adulto', una oda a la adultez milenial.
Meme de un perrito chandoso que también rechaza la vida adulta.
Hasta Bugs Bunny odia la vida adulta.
Meme 'Ya do quiero ser adulto', Carlitos de Rugrats lo dijo primero.
Meme sobre las expectativas de la adultez. Claramente, el perrito Amsiedad sabe que no son reales.
Cuando la adultez se siente como ser el protagonista de A prueba de todo.
Adultez, suéltame, ¡me lastimas! Att: Yo.

Y, de hecho, sí. 

Ser adulto o llegar a serlo resulta una proeza porque ante los sueldos bajos tenemos que pagar alquileres cada vez más altos. Es algo que nos provoca vértigo y desafección no solo con el mercado de trabajo, también con el presente y el futuro político y social. Es un fenómeno que tiene explicaciones sociológicas y que paradójicamente nos desconecta como colectivo. Soler lo anuda a la precarización de la vida, al norte individualista que ha marcado nuestra crianza y consumo cultural, y a la reacción emocional que todo esto ha provocado en las generaciones más jóvenes. 

“Hay una despolitización, una pérdida de conciencia de clase muy grande en nuestras generaciones y eso genera que la hedonia depresiva cubra esa falta de organización política”, dice Soler. A petición de nuestra audiencia, quienes en nuestra publicación de Instagram comentaron “Y yo que creía que me estaba enloqueciendo” y “Este tema me interpela profundamente”, y nos preguntaron “¿Dónde podemos ver la entrevista completa?”, publicamos esta transcripción que hizo parte de un ejercicio de reportería.

“Hay una despolitización, una pérdida de conciencia de clase muy grande en nuestras generaciones y eso genera que la hedonia depresiva cubra esa falta de organización política”, dice Soler.

Karen: Me gustaría arrancar preguntándote por la expresión memistica de ‘Está potente ser adulto’. ¿Por qué sentimos que es así? De entrada, ¿qué nos hace enunciar esa frase?

Álvaro Soler: Como veo el meme, o como me interpela a mí, porque, bueno, yo dentro de la generación hago parte de ese meme [ríe], los mileniales y los Z… Creo que entra dentro del contraste que se vive entre lo que pensamos que es la vida adulta mientras somos adolescentes o no hemos entrado dentro del mercado laboral. El contraste de menudo guantazo nos hemos pegado aquí de repente. Es un poco el shock. El shock que está muy hilado en general a la propia lógica del meme, en el sentido de que menudo shock nos hemos pegado cuando pasamos a la vida laboral. 

Y aparte tenemos una mentalidad o unas ideas que se caen como un castillo de naipes, también muy ligadas a ese consumismo, a esa sociedad de consumo, a esa sociedad que nos aliena, que nos cuenta un cuento meritocrático donde si te esfuerzas puedes ser cualquier cosa. Y luego, cuando llegas al mercado laboral, te das cuenta de que la realidad es mucho más gris, tienen muchos más flancos, las estructuras sociales son mucho más rígidas. Y quizá la realidad que empiezas a vivir con 18 o 20 años cuando empiezas a trabajar, o incluso antes, es una realidad que muy posiblemente sea así o muy parecida durante muchos años. Ese es el shock.

K: Mencionas unas ideas que son como un castillo de naipes que se desploma y con ello la cultura de la meritocracia. ¿Podrías profundizar un poco más qué es lo que se cae y cómo nos afecta?

AS: Aquí voy a voy a hablar de un filósofo, crítico cultural británico, que se llama Mark Fisher, que trata muy bien quizá el sentimiento, la emocionalidad o la estructura psicológica que se esconde detrás de esta emoción generacional de los zetas y los mileniales, con una desafección en general con con el mercado de trabajo y con el futuro y el presente político y social. Cuando se cae nuestro castillo de naipes, me refiero a que nos hemos socializado dentro de una cultura, viendo unas series, consumiendo una literatura, unas películas, etcétera, donde uno de los discursos principales, que lo vertebra, es el meritocrático. Un discurso de que el esfuerzo está indisolublemente unido al mérito y eso va a hacer que la sociedad sea justa y te recompense, si tú te esfuerzas, si tú te esfuerzas y aumentas tus capacidades, si te formas, etcétera. 

Entonces, con más grado o menor grado, seguramente la suerte sí que está ahí, pero si tú te esfuerzas se te va a recompensar y tu posición social va a mejorar. Eso es el discurso, lo que se dice también el sueño americano. Evidentemente, es una una gran mentira a nivel sociológico. Los sociólogos eso lo sabemos mucho. La movilidad social dentro del capitalismo es mucho mayor que en épocas anteriores, por ejemplo, en el feudalismo; pero, aún así, somos una sociedad muy rígida en movilidad social. Normalmente, la clase social se hereda. Y de hecho, cuando hay un ascenso social, pues puede ser a lo mejor alguien de clase trabajadora que mejora algo su vida y consigue ser de clase media; pero convertirte en un ultra rico, que además es esa figura de éxito que nos están dando en la literatura o en la cultura, es muy complicado. Entonces, en general, todo ese discurso, o todo ese imaginario de la vida como Alicia en el País de las maravillas, se cae. 

De hecho, Mark Fisher comenta que nosotros, tanto los mileniales como los Z, en general esto afecta a todo el mundo pero en nosotros es un rasgo psicológico que nos caracteriza mucho, estamos traspasados por la hedonia depresiva. Es decir, anteriormente la depresión en general, o los cuadros de ansiedad o de estrés, estaban muy marcados por la falta o la incapacidad de sentir placer. Pero Fisher se da cuenta que estas generaciones, las generaciones jóvenes, sí que sienten un placer y, de hecho, son adictos a situaciones que les causan placer. Pero es un placer ligado a métodos paliativos, un placer ligado a paliar el malestar político y estructural que sienten. Es decir, la depresión milenial, la depresión generacional Z, según Fisher, es una depresión vinculada a la adicción al placer paliativo, que está muy ligada en cómo nosotros en redes sociales, en esta nueva sociedad del súper consumo, estamos súper habituados a consumir todo tipo de cosas únicamente con el mero hecho de despejarnos, paliar, evadirnos. 

"La depresión milenial, la depresión generacional Z, según Fisher, es una depresión vinculada a la adicción al placer paliativo, que está muy ligada en cómo nosotros en redes sociales, en esta nueva sociedad del súper consumo, estamos súper habituados a consumir todo tipo de cosas únicamente con el mero hecho de despejarnos, paliar, evadirnos".

Es una herramienta política también nuestra, porque el sistema, por ejemplo, a nivel de clase, la clase trabajadora ha perdido tanto a nivel político, de agencia política, en cuanto al sindicalismo, en cuatro a organización obrera, en cuanto a organización en general, que la solución que ha buscado, que no es una solución, evidentemente es un parche, que ha encontrado la generación Z, la milenial, no es organizarse, sino, básicamente, buscar estas alternativas individuales. Que es algo lógico porque desde pequeños nos han dicho que lo que hay que hacer es buscar el camino individual, esforzarte y mirar tal. 

Se entiende muy bien esto, por ejemplo, con el tema de salir de fiesta, consumir drogas, irte de viaje de manera compulsiva, irte a un montón de sitios a vivir sensaciones, grabarlo, subirlas a redes, ir al gimnasio también de manera compulsiva. Todas estas cosas se pueden hacer con moderación, obviamente, pero Fisher dice: detrás de estos comportamientos, que muchas veces se encuentran como adicciones o consumos muy, muy, muy exagerados, se encuentra esta emoción psicológica. Y creo que está muy ligado con el meme, en el sentido de que el meme es en plan de: wow, la cosa está está negra, así que ¿qué nos queda? Pues, no sé, hacer lo que sea para no pensar tanto en esto.

K: Esta enunciación de ‘Está potente ser adulto’ inevitablemente se manifiesta en una necesidad material, en algo concreto: el trabajo, la vivienda, nuestros vínculos, la familia o los amigos. ¿Qué ves en estos detalles?

AS: En España, una de las principales problemáticas, la que más traspasa a la generación milenial, aparte de la precariedad en general, que son salarios bajos y pérdida de poder adquisitivo respecto a otras generaciones, la generación de nuestros padres o abuelos, es el tema de la vivienda. Esa precariedad se focaliza o se muestra en la vivienda. El 66 % de los jóvenes entre 18 y 34 años en España viven con sus padres. O sea, estamos hablando casi de un 70 % de personas jóvenes que no se pueden emancipar, muchas de ellas con trabajo, estando trabajando incluso con contratos estables. Pero los salarios son tan bajos y la vivienda es tan cara que no se puede acceder a ello. 

Esto está ligado a muchas otras problemáticas. Yo creo que la más evidente es el cambio y cómo nos tenemos que adaptar, y cómo esto afecta nuestros vínculos, sobre todo sexoafectivos. No tenemos espacios íntimos. Claro, estás viviendo con tus padres, esto en España se nota mucho, de hecho, pongo ejemplos así de estadísticas pero es que yo a nivel personal lo vivo y también lo veo con mis amigos. Es una problemática muy fuerte en el sentido de, bueno, ¿ser adulto era esto? ¿Ser adulto era trabajar pero vivir con mis padres y no tener un espacio propio? ¿No poder realizar un proyecto de vida o tener que compartir piso con cinco desconocidos? 

Además, esto también afecta obviamente a los vínculos, como he dicho. Que eso tampoco tiene por qué ser malo. Quiero decir, quizá muchos vínculos que se ven ahora, de relaciones abiertas, que ponen incluso en cuestionamiento la monogamia, puede ser que esté relacionado con estos cambios de espacios y de lugares donde tienes que compartir piso con cuatro o cinco personas más y donde por fuerza mayor incluso te replanteas cuál es el concepto de familia o cuál es el concepto de hogar, cuando tu hogar es una estructura de hogar que no se había visto nunca antes. Esto, históricamente, el capitalismo siempre lo ha hecho. El capitalismo siempre ha estado en contradicción con ese discurso que defiende la familia o la familia tradicional, y con las externalidades que genera el capital, que a su vez hace que las familias muchas veces se desestructuren. Quiero decir que tampoco es algo malo, pero es algo que está pasando.

K: ¿Y el trabajo?

AS: Muchas cosas podría comentar aquí, porque es que además es el foco de todo. Hay poco poder adquisitivo, pues los salarios están estancados. No solo aumenta la vivienda, sino que además aumenta en general la vida: productos básicos de higiene, de comida, todo. Es muy complicado a nivel de: aparte de cubrir necesidades básicas, también tener dinero simplemente para irte de vacaciones o ir al cine o ir al teatro o cubrir tiempo de ocio, que eso también es muy importante. Entonces, nos vemos estresados, nos vemos mucho más enclaustrados en un tiempo y un espacio a cosa del trabajo. Luego, una precariedad en el sentido de una flexibilidad laboral, que les gusta mucho decirlo a los economistas como si fuera algo positivo, pero lo único que pasa es que, claro, tienes los típicos contratos basura: de pocos meses, con salario mínimo, es difícil que te hagan indefinido, despidos baratos. Entonces, estás yendo de aquí para allá. Hay una volatilidad muy grande de no poder asentarte y echar raíces, como se dice. Y luego también las condiciones laborales, la poca protección que hay a nivel laboral. Hay un malestar y se sobreentiende que el trabajo no le gusta a nadie, de hecho, eso es algo que es un consenso. El meme lo dice: bueno, claro, esto está potente, en plan de es que trabajar es una mierda. Y, bueno, los horarios súper largos, las jornadas partidas que se llaman en España, que son súper criticadas: trabajar cuatro horas, descansar dos, volver otras cuatro, que te hacen unas diez horas. Las malas formas en el trabajo, que mucha gente se queja de explotación laboral, malos salarios, malos tratos, casos de acoso laboral hay un montón. Es algo que, además, pasa un poco desapercibido.

Esa es un poco la atmósfera en la que gran parte de la sociedad de los jóvenes están ahora lidiando. Y digo que, además, ha habido otras generaciones que han lidiado con cosas igual o peores, pero lo que nos caracteriza a nosotros es que no tenemos herramientas políticas colectivas tan fuertes. Hay una despolitización muy grande, una enajenación, una pérdida de conciencia de clase muy grande en nuestras generaciones y eso genera que la hedonia depresiva cubra esa falta de organización política. Que, como he explicado antes, la hedonia depresiva es un remedio individual, pero que el fin es político para paliar el malestar que nosotros sentimos y es, básicamente, un remedio de evasión. 

De hecho, te pongo un ejemplo, hay un montón de series en Netflix y en todas estas plataformas de streaming que hablan de esto. Se me ocurre Por 13 razones, que habla sobre la generación Z, sobre el mobbing. Son problemáticas que a lo mejor le han pasado a otras generaciones, pero en esta serie, si te paras a pensar un poco, muchas veces giran en torno a esa hedonia depresiva, a ese consumo de drogas, a esa evasión de la generación joven, que no se politiza, que no se organiza, que todo se ve desde un prisma individual. Una serie, para mí la mejor que plasma esto, es Euforia, que ves como gente de la generación Z estadounidense acaba sumida en las drogas y el drogodependencia porque la superficialidad tan bestia de la sociedad de consumo norteamericana se los acaba comiendo, y optan por la hedonia depresiva más clásica que es el consumo de drogas, el placer, la hedonia que el consumo de las drogas duras te hace sentir enseguida. La serie del caballo, BoJack Horseman, también habla de eso, de un actor de Hollywood, que es ese caballo, que está como muy deprimido porque no entiende. Hablan todas de la enajenación, pero detrás de estas historias individuales se encuentra una atmósfera donde todo, absolutamente todos los problemas solo se encaran desde el punto de vista individual.

En general, todas las problemáticas estructurales desembocan en el meme. Que es en plan de ser adulto está potente, pero es que aparte no sabemos qué hacer. Por eso está tan potente, porque no hay salida para nosotros.

"Nos vemos estresados, nos vemos mucho más enclaustrados en un tiempo y un espacio a cosa del trabajo. [...] Hay una volatilidad muy grande de no poder asentarte y echar raíces, como se dice".

K: Me gustaría preguntarte por un punto de luz. Entendemos que esto es estructural y que, aparte, desde que somos chiquitos nos avientan a la carrera individualista. ¿Cuál sería para ti un punto de luz colectivo en medio de todo esto?

AS: Aquí se abren varios campos. El campo más evidente es volver a armarnos políticamente, organizarnos. Me gusta la frase, que muchas veces veo en redes, de que quizás lo que nos hace falta no son tantos psicólogos sino un sindicato. Pues es muy real, en el sentido de, bueno, el psicólogo está bien para paliar problemáticas, pero si a ti lo que te pasa es que trabajas cuarenta y pico horas a la semana, estás en el trabajo cobrando muy poco y encima te tratan mal, pues lo normal es que tengas ansiedad o depresión. Lo no normal sería que no las tuvieras. 

Lo principal es organizarse políticamente, quizá buscar nuevas fórmulas también, pero empezar por organizarse políticamente a nivel sindical e intentar buscar una manera de hacer frente a todas estas estructuras que no olvidemos que están también relacionadas con grupos, agentes sociales, que manejan los mercados, véase la clase capitalista en general, pero en particular por diferentes conglomerados. Por ejemplo, con la vivienda, los fondos buitre que compran todas las casas de las ciudades para la turistificación, para el sector turístico en España, y hacen que la vivienda suba de manera desorbitada. Y, además, hacen, o se intenciona un poco, expulsar a la gente de sus barrios, los desahucios, porque los alquileres suben y la gente no puede pagarlos y entonces los tiran, básicamente, para luego ahí poner un apartamento o un Airbnb o un Booking. Está en todo el mundo. Bueno, hay organizaciones que paran esto. Los sindicatos de vivienda paran los desahucios, las asociaciones vecinales le han plantado históricamente cara a los proyectos urbanísticos que pretendían remodelar la ciudad a favor de los intereses de la clase capitalista.

Y sí que es verdad que a nivel laboral, evidentemente, el sindicato es la organización clásica. Pero aparte, sí que es verdad que vivimos una una época muy compleja, una época de ruptura paradigmática, de una revolución tecnológica muy fuerte, un auge muy fuerte y muy preocupante de los postfascismos. En Europa es muy alarmante, todos los países tienen una representación muy grande por parte de la extrema derecha. Es una una época de ruptura paradigmática, de crisis capitalista, de represión y de auge de los autoritarismos. Entonces, está potente la época también, ¿verdad? Pero se pueden hacer muchas cosas. 

Lo primordial es la organización a nivel más local, que seguro que en tu barrio o en tu ciudad hay organizaciones que están poniendo el foco en las problemáticas que la gente está viviendo, que la clase trabajadora está viviendo. Y luego, a nivel cultural es muy complicado, pero los medios alternativos y los espacios alternativos en redes son también una cosa que no me quería dejar de nombrar. Nosotros divulgamos en Twitter [X], en Instagram, etcétera, pero no olvidemos que esos espacios son espacios totalmente manejados por la gente que está generando estas problemáticas. 

De hecho, el dueño de Twitter [X], Elon Musk, es un auténtico fascista capitalista. Y, bueno, en Instagram tenemos a alguien parecido, Zuckerberg. Y, en general, todas las redes son espacios totalmente capitalizados e instrumentalizados. De hecho, son espacios de ellos, son espacios de la clase capitalista y del capital. Es muy difícil aquí ganar esa especie de guerra cultural que se pretende. Tenemos que pensar en espacios alternativos, en medios alternativos que doten a la gente también de acceso a una cultura diferente.

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