Lo que saben los bosques sobre el cuidado y los humanos tenemos que aprender

La reciente decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de reconocer el cuidado como un derecho humano autónomo, es una oportunidad histórica para empezar a entenderlo como lo hace la Naturaleza: no solo como una acción, sino como un principio rector y forma de inteligencia que nos enseña a establecer vínculos más allá de nuestras diferencias para sostener la vida.
Fecha: 2025-08-12
Por: NICKO NOGUÉS*
Collage por:
Luisa Fernanda Arango (@holaahumano)
Lo que saben los bosques sobre el cuidado y los humanos tenemos que aprender
La reciente decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de reconocer el cuidado como un derecho humano autónomo, es una oportunidad histórica para empezar a entenderlo como lo hace la Naturaleza: no solo como una acción, sino como un principio rector y forma de inteligencia que nos enseña a establecer vínculos más allá de nuestras diferencias para sostener la vida.
Fecha: 2025-08-12
Por: NICKO NOGUÉS*
Collage por:
Luisa Fernanda Arango (@holaahumano)
La Inteligencia Natural es la capacidad inherente de los sistemas vivos para sostener la vida, adaptarse a la incertidumbre, regenerarse y prosperar en equilibrio con su entorno.
A diferencia de la inteligencia humana o artificial, que suelen operar desde el control, la Inteligencia Natural se expresa a través de millones de años de evolución y se articula en torno a un principio rector: el cuidado del vínculo. Una inteligencia basada en preservar, regenerar y evolucionar lo diferente para generar mejores resultados.
Desde esta dimensión, el cuidado no se entiende como un rol de género o una “cualidad blanda” de liderazgo, ni tampoco sólo como un derecho, sino como una infraestructura vital capaz de establecer y sostener vínculos más allá de la lógica de la separación o del rechazo a lo diferente.
El cuidado es la infraestructura que da contención a la vida y el vínculo es la arquitectura que sostiene todos los procesos para que haya vida. Por eso, el cuidado del vínculo implica contener y sostener aquello que parece opuesto, evidenciando que en realidad lo aparentemente opuesto es complementario.
Esto potencia un tipo de inteligencia —la vincular— capaz de integrar supuestos opuestos que al transformarse crean ecosistemas donde las especies conviven de forma natural en correlaciones de beneficio recíproco, basadas en colaboración y competencia, expansión y contracción, tensión y fluidez.
Desde la autopoiesis formulada por Humberto Maturana, donde los sistemas vivos se entienden como redes que se producen y sostienen a sí mismas a través de sus relaciones, hasta la inteligencia vincular propuesta por Eugenio Carutti, que sitúa al vínculo como el detonante de la transformación individual y colectiva, distintas corrientes coinciden en entender el cuidado como la base relacional que hace posible la vida. Lo vemos también en la visión ecoespiritual y científica de Robin Wall Kimmerer, que articula el conocimiento indígena y botánico para recordarnos que cuidar está en el centro de nuestro relacionamiento con el mundo.
Los 10 Bio Principios: lecciones de la naturaleza para el mundo actual
Es hora de dejar de ver a la Naturaleza como un simple recurso y empezar a entenderla como el gran sujeto inteligente que es, por ser el sistema vivo con más experiencia que existe:
- La Tierra tiene 4.540 millones de años
- La vida en ella surgió hace 3.800 millones
- Los árboles existen hace 385 millones
- Las corporaciones modernas, apenas 400 años y el rol de CEO, menos de 100
¿Podemos traducir esta sabiduría natural en principios prácticos?
Los bosques ya resolvieron problemas que nuestra especie apenas comienza a enfrentar: desde cómo sostener la abundancia sin agotar los recursos, hasta cómo adaptarse al cambio sin perder identidad, o cómo colaborar para prosperar en entornos complejos.
No se trata de imitar a la naturaleza por imitarla, sino de aprender de sus principios operativos y entender que cuidar es la mejor forma de liderar en entornos inciertos, complejos y acelerados como los que estamos viviendo hoy.
Estos Bio Principios son diez reglas operativas que la vida en la Tierra ya validó, y que nos permiten aplicar la inteligencia de la Naturaleza basada en el cuidado del vínculo de forma práctica:
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Inteligencia Vincular
Es el tipo de inteligencia que tiene la Naturaleza, una capacidad de los sistemas vivos para relacionarse de sujeto a sujeto, no de sujeto a objeto. En la naturaleza, las redes de micorrizas conectan las raíces de distintas plantas, intercambiando nutrientes e información química. Los árboles “madre” nutren a las plántulas jóvenes como colaboradores que fortalecen el bosque, no como competidores.
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Complementariedad
La vida se sostiene gracias a la integración y contención de tensiones creativas. Contener y sostener opuestos es lo que da lugar a procesos complementarios que generan vida. Un vistazo a los ecosistemas acuáticos, nos permitirá observar cómo la tensión entre predadores y presas no destruye el sistema sino que lo fortalece. Los predadores controlan las poblaciones de presas, evitando la sobreexplotación de recursos, mientras las presas impulsan la evolución y adaptación de los predadores.
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Eficiencia Vital
La Naturaleza no genera residuos, sino que hace que todo circule para que haya cero desperdicio. En los ecosistemas forestales, las hojas muertas se descomponen gracias a hongos y bacterias, convirtiéndose en nutrientes que alimentan nuevas plantas. Nada se desperdicia; todo forma parte de un ciclo continuo de aprovechamiento.
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Coevolución
Hay una adaptación continua en red que permite que las especies evolucionen en colaboración y no en aislamiento. Un claro ejemplo son las abejas y las flores, que han evolucionado juntas durante millones de años. Mientras que las flores desarrollaron colores y fragancias para atraer polinizadores, las abejas desarrollaron estructuras especializadas para recolectar néctar, beneficiando a ambas especies.
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Regeneración
La Naturaleza sabe que la vida se enriquece devolviendo. Los árboles devuelven oxígeno al aire, estabilizan el suelo con sus raíces y proporcionan hábitat para otras especies. Al “dar”, reciben las condiciones que permiten su propia prosperidad a largo plazo.
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Adaptabilidad y Resiliencia
Prepararse para la incertidumbre implica entender que la flexibilidad es básica para la supervivencia. En los páramos colombianos, los frailejones desempeñan un papel crucial en los procesos de evapotranspiración, combinando la evaporación del agua del suelo y la transpiración del agua a través de las plantas.
Ante el cambio climático, estas especies han desarrollado respuestas adaptativas notables: fluctúan su resistencia a plagas dependiendo del momento climático del año – a mayor sequía aumentan los mecanismos contra polillas, mientras que con más lluvia desarrollan defensas contra hongos y escarabajos. Aunque cerca del 30% de la población presenta afectación por diversos factores, el ecosistema del páramo sigue cumpliendo su función vital: regular el ciclo hidrológico que sustenta el suministro de recurso hídrico para más del 70% de la población colombiana.
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Sintonía Local
La vida prospera adaptándose a las especificidades del entorno en lo que podemos llamar biomímesis contextual. Por ejemplo, en México, podemos ver este principio en el manejo forestal comunitario de comunidades como el Grupo Sezaric en Durango, que han desarrollado prácticas forestales adaptadas a sus ecosistemas específicos, logrando conservación y prosperidad económica simultáneamente.
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Diversidad Funcional
La creatividad es el sello de la Naturaleza y la diversidad su ventaja evolutiva. En la Amazonia, un solo árbol puede albergar más especies de hormigas que todo el Reino Unido. Esta diversidad no es accidental, porque cada especie cumple funciones específicas e irreemplazables para mantener la estabilidad del ecosistema.
Las hormigas cortadoras de hojas (género Atta) funcionan como agricultoras especializadas, cortando material vegetal que llevan a sus nidos para cultivar hongos que descomponen la materia orgánica y enriquecen el suelo del bosque. Las hormigas legionarias actúan como controladoras biológicas, moviéndose en enjambres que regulan poblaciones de otros insectos y pequeños invertebrados.
Otras especies funcionan como jardineras del sotobosque, polinizando plantas que no pueden acceder a otros polinizadores. Y las hormigas dispersoras de semillas conectan fragmentos distantes del bosque, transportando semillas a kilómetros de distancia y asegurando la regeneración y conectividad genética forestal.
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Autonomía en Red
Los sistemas vivos no dependen de jefes. En la Naturaleza hay fluidez porque hay orden, y para eso no se necesita control centralizado, sino que todas las partes sepan cuál es su función y la ejecuten bien.
Es el caso de las bandadas de aves migratorias que vuelan en formaciones perfectas sin un líder designado. Cada ave sigue tres reglas simples: mantenerse cerca de sus vecinas, evitar colisiones y moverse hacia la dirección promedio del grupo. De manera similar, los cardúmenes de peces crean movimientos fluidos y coordinados donde miles de individuos se mueven como una sola entidad, respondiendo instantáneamente a cambios sin necesidad de coordinación central.
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Reciprocidad
Dar y recibir construye mejora mutua porque genera un valor sostenible en el tiempo. Las chakras amazónicas de Ecuador, reconocidas por la FAO como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial, demuestran reciprocidad perfecta. Este sistema agroforestal integra hasta 150 especies por chakra, combinando cacao aromático, árboles maderables, cultivos alimentarios y plantas medicinales. Los árboles ofrecen sombra y nutrientes al cacao, el cacao genera ingresos, las plantas medicinales cuidan la salud comunitaria, y todos juntos conservan la biodiversidad amazónica.
Aplicar lo que los bosques ya saben
La Naturaleza ya resolvió lo que los humanos aún no sabemos cómo enfrentar. Así como evolucionan los bosques, la gran pregunta no es si nosotros podemos permitirnos este cambio, sino si podemos permitirnos no hacerlo.
En América Latina tenemos ejemplos extraordinarios de cómo estos principios ya se aplican: desde el manejo forestal comunitario que representa “un modelo emergente de manejo sustentable de ecosistemas forestales” en México, hasta los sistemas agroforestales amazónicos que integran producción y conservación.
La naturaleza no nos pide que la imitemos mecánicamente, sino que aprendamos de su sabiduría probada durante millones de años. Los Bio Principios nos ofrecen un mapa práctico para navegar la metacrisis desde la inteligencia del cuidado.
La pregunta no es si estos principios funcionan, porque la evidencia está en cada bosque y en cada ecosistema próspero, sino cómo podemos aplicar en nuestras organizaciones, comunidades y territorios para crear sistemas que cuiden la vida en lugar de agotarla.
*Nicko Nogués es fundador y director de innovación de Miracle Biothinking, un Think Tank pionero que explora la Inteligencia de la Naturaleza aplicada a procesos humanos, y del IDMAH- demachosahombres, un Instituto que potencia liderazgos más allá del género y conectados al cuidado.