“Resistir es un proceso de compromiso pero también muy desesperanzador”: Armando Zuluaga

¿Cómo es ser parte del grupo de ciudadanos que lucha contra un mercado sexual ilegal dispuesto a comprar a los más jóvenes y vulnerables en una ciudad deslumbrada por el turismo y los dólares? Mutante conversó con siete ciudadanías comprometidas para que describieran las acciones que despliegan individual y colectivamente.

Consulta el especial periodístico completo haciendo click aquí.

Fecha: 2024-04-24

Por: Karen Parrado Beltrán

Foto: Maria Paulina Pérez | Diseño: Wil Huertas

“Resistir es un proceso de compromiso pero también muy desesperanzador”: Armando Zuluaga

¿Cómo es ser parte del grupo de ciudadanos que lucha contra un mercado sexual ilegal dispuesto a comprar a los más jóvenes y vulnerables en una ciudad deslumbrada por el turismo y los dólares? Mutante conversó con siete ciudadanías comprometidas para que describieran las acciones que despliegan individual y colectivamente.

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Fecha: 2024-04-24

Por: KAREN PARRADO BELTRÁN

Foto: Maria Paulina Pérez | Diseño: Wil Huertas

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Zuluaga conoce muy bien el sistema por dentro. “Y desde adentro puedo hacer mis críticas”, dice. Es un hombre con un perfil particular. Ciudadano y líder social, pero también ha hecho parte de los equipos municipales que atienden a los menores de edad, víctimas de explotación sexual. “También conozco la calle”, anota.

Últimamente, en Medellín, todo el mundo tiene que decir algo sobre la explotación sexual de niñas y niños. Pero Zuluaga sabe que es un problema de tiempo atrás y siempre ha dicho algo. Al menos en los últimos doce años, mientras fue, al mismo tiempo, integrante de la Mesa Intersectorial contra la Explotación Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes (Escnna) y funcionario de la Unidad de Niñez de la Alcaldía de Medellín, hasta hace un mes, cuando se quedó sin contrato. La entidad que terceriza la contratación de educadores populares como él, que trabajan en las Casa Vida de la Alcaldía para acoger a los menores de edad víctimas, no lo renovó. Zuluaga dice que resistir ha implicado sobrevivir a la inseguridad laboral de tener contratos precarios, de pocos meses, incluso de pocos días.

Armando Zuluaga en el centro de Medellín, una zona donde ha trabajado prestando atención social a menores de edad víctimas de explotación sexual. Foto: Maria Paulina Pérez (@laluzqueamo).

Armando Zuluaga es un educador popular de 50 años y exfuncionario municipal en el centro de Medellín.

“Resistir a la Escnna en Medellín es un proceso de compromiso, obviamente de corresponsabilidad”, dijo días antes, mientras el sol abrasaba los cuerpos negros de las descomunales esculturas de la Plaza Botero. “Pero es también muy desesperanzador”, agregó. 

Entre otras razones, por lo normal que parece ser ante los ojos de todos. Menciona la depresión. “Para quienes trabajamos en esos temas tampoco hay seguridad emocional”, dice.

De alguna manera, Zuluaga recobra los alientos para seguir haciendo cosas que contribuyan a detener la explotación sexual. Continúa siendo parte de la Mesa. Sabe por experiencia que es un delito que muta rápidamente, que hay que estar alerta. “Los dólares y los euros, las redes sociales, la masificación del ‘mister’ en Medellín, y el fenómeno de gentrificación que estamos viviendo, empeoran las cosas”, dice. 

Y aunque Zuluaga tenga reparos profundos, reconoce que en la Alcaldía de Medellín existe un trabajo importante. “Ha sostenido la estrategia de atención a la Escnna durante doce años”, destaca. “La cosa sería peor si en Medellín no hubiese algunos funcionarios que han estado comprometidos con el tema por años”, agrega.

Zuluaga insiste, cree que es necesario resistir aunque eso no dé noticias espectaculares. “Lo que hacemos es resistencia contra la Escnna, independientemente de si se logran resultados o de si la problemática cede”. Quizás es algo incomprensible para quienes lo ven de lejos, con su sombrero blanco. ¿Que él por qué continúa?. “Porque continúo creyendo en las utopías”, dice. 

Su resistencia se enfoca en la atención a las víctimas.