No te pasa solo a ti: historias sobre VPH
La mayoría de la población ha tenido una infección por virus del papiloma humano alguna vez, aunque no se haya dado cuenta. En este blog encontrarás testimonios de hombres y mujeres que recibieron el diagnóstico de VPH o de cáncer de cuello uterino y que desean compartir sus experiencias con otros.
Fecha: 2024-01-30
Por: Beatriz Valdés Correa
Ilustración: Wilmer Huertas Casallas.
No te pasa solo a ti: historias sobre VPH
La mayoría de la población ha tenido una infección por virus del papiloma humano alguna vez, aunque no se haya dado cuenta. En este blog encontrarás testimonios de hombres y mujeres que recibieron el diagnóstico de VPH o de cáncer de cuello uterino y que desean compartir sus experiencias con otros.
Fecha: 2024-01-30
Por: BEATRIZ VALDÉS CORREA
Ilustración: Wilmer Huertas Casallas.
Contar mi historia a otros hombres es romper el tabú
Soy un hombre gay y en 2021 me diagnosticaron VPH al descubrir varias verrugas alrededor de mi ano. Al principio, la noticia me aterró y sentí mucho asco y vergüenza, pero al investigar en internet, supe lo común que es esta infección en la población, especialmente en mujeres. Sin embargo, me generó una serie de dudas: ¿son más propensos los hombres pasivos?, ¿los condilomas generan cáncer?
En mi primera cita con un proctólogo, la única alternativa que me planteó fue una cirugía costosa, fuera de mi alcance, para extirpar los condilomas. Otro me dijo que mientras siguiera teniendo sexo con hombres, no podría curarme de las lesiones. Finalmente, visité una ONG especializada en el tratamiento de infecciones de transmisión sexual (ITS), donde me revisaron, me dijeron que en mi caso no era necesaria la cirugía (porque no había lesiones internas) y trataron mis condilomas con crioterapia (se utiliza el frío para destruir células cancerosas o tejido anormal).
Lo más valioso de esta experiencia ha sido poder hablar con amigos, contándoles mi historia y rompiendo así el tabú alrededor del tema. Cada seis meses visito al médico para una revisión preventiva y hace poco, a través de una biopsia, supe que mi cepa de VPH es de bajo riesgo. Me gustaría vacunarme contra las cepas cancerígenas, pero en Colombia, las dosis son demasiado costosas (aproximadamente 600.000 cada una).
Hombre anónimo
Estuve tres años en la espera, hasta que pude elegir la conización
Tengo 32 años, pero recibí mi diagnóstico cuando tenía 28. Fue súper caótico porque acaba de terminar una relación larguísima, trabajaba, estudiaba y cuidaba a mi mamá que tenía una enfermedad similar al cáncer. Me hice la citología y me dijeron que debía acercarme a recibir los resultados. Supe que tenía VPH y sentí mucha culpa. Como había terminado mi relación larga y estaba teniendo relaciones sexuales con otras personas, una vocecita me decía que esto me había pasado por no tener una pareja estable. Me miraba con esa lupa machista.
Tuve miedo y muchas dudas. Durante más de dos años la pasé como en un purgatorio, porque no había certeza de nada, no era concluyente, la lesión no desaparecía y sabía que tenía una cepa de alto riesgo. Incluso me hicieron poner las vacunas, que no las cubre el seguro, y tuve que pagarlas. Pero luego encontré un ginecólogo con el que hice match.
Un señor súper ético, como de 80 años, me dijo: china, si quieres, te opero. La decisión es tuya. Cuando me dijo eso, el alma me volvió al cuerpo. A los 15 días me hizo una conización (una cirugía en la que se remueve el tejido anormal en el cuello uterino).
Siento que el día que me operé, respiré. Yo necesitaba soluciones. Necesitaba poder elegir mi tratamiento. En mi familia hay muchas niñas en edad de ser vacunadas y sus padres y madres no quieren. Quiero hablar sobre esto porque creo que hablar tiene un impacto en nuestro círculo inmediato.
Margareth Sánchez
Tuve miedo a ser juzgada
En 2017 me diagnosticaron VPH. Han sido pocas las personas a las que les he contado, porque en ese entonces el par de amigas con las que vivía fueron las primeras personas en generar temor sobre el tema. Lo primero es que, al tener una infección de transmisión sexual (ITS) las chicas creían que era promiscua y me lo había ganado por haber tenido varias parejas. Una de ellas dejó de compartir el baño conmigo, porque temía que le “prendiera” el VPH por el uso del inodoro, y hasta sugirió que de pronto por estar en piscina conmigo o lavar la ropa la podría contagiar. El tema es que por más que leí que no era posible, el estigma estuvo y está tan presente que pese a conocer otras historias siempre temo a decir que también lo tuve.
A mis parejas nunca les he dicho, temiendo ser juzgada. La ansiedad que me provocó pensar que me volvería a suceder me duró un par de años, a pesar de que el primer año de tratamiento ni siquiera pude psicológicamente salir con alguien por miedo a transmitírselo, o a contagiarme de otra cosa.
En mi caso, el tratamiento médico fue justo y fue compasivo, pero la información siempre tuve que buscarla por mi cuenta. En las consultas no me hablaron mucho al respecto, y creo que un acompañamiento psicológico habría podido ayudar. El diagnóstico arrojó que no era del tipo de VPH asociado con cáncer.
Mujer anónima
Los hombres tenemos que hablar sobre VPH
Siempre he sido un hombre atento a su salud. Me hago chequeos de enfermedades de transmisión sexual cada seis meses, utilizo preservativo, hago ejercicio y consulto regularmente al médico. Por eso no podía creer que esto me estuviera pasando a mí. Sucedió hace seis años, cuando tenía 28 años y estaba soltero.Identifiqué las verruguitas alrededor de mi pene y consulté a la EPS. Fueron dos médicos y ambos me dijeron que las verrugas se iban a caer solas. Entre ambas citas salieron más, entonces fui más insistente con que me explicaran y me mandaron una crema.
En el transcurso de los meses siguientes no cesó. Me depilaba y salían más. Fui a Profamilia y a un instituto de urología en Cali y pagué consultas costosas para que me dieran información. Y así fue. Supe que se podía transmitir aunque usara preservativo, porque uno está en contacto con la piel y los fluidos de quien tiene la infección. También que uno puede haber contraído la infección en su primera relación sexual y que puede que se manifieste muchos años después, o que aparecía porque había un bajón en las defensas de uno. Tuve muchísimas verrugas y fue frustrante no solo por lo estético sino por no saber. De este tema no se habla ampliamente. Las campañas están focalizadas en adolescentes, pero para los adultos hay poca información.
Me prescribieron un tratamiento de criocauterización (cauterización con frío) que logré que me hicieran en la EPS. Fueron varias sesiones durante seis meses. Es el peor dolor que he sentido en la vida.
Estuve en este proceso durante dos años, entre el diagnóstico, el tratamiento y el control. Y todavía me sorprende que a los hombres les den tan poca información, porque podemos seguir contagiando a otras personas. Todo esto me hizo hablar y preguntarles a mis amigos, y algunos me han comentado que también tuvieron verrugas, pero la mayoría no se preocupa por eso. A veces aún me reviso cuando me estoy bañando y me pregunto si algún día me volverá a pasar.
Los hombres no dialogamos abiertamente sobre eso. Si muchos hablan sobre sexualidad, es sobre encuentros sexuales y ya. Los amigos no se encuentran para decir: estoy preocupado, tengo un bulto en el testículo o me está doliendo cuando estoy teniendo relaciones. Creo que los hombres tenemos que hablar más sobre esto.
Hombre anónimo
El sistema de salud me maltrata por tener VPH
Siempre he tenido parejas estables. Mis citologías son como un relojito anualmente. Sin embargo, encontré una pequeña lesión en mi cuerpo y de inmediato fui al médico. Hicieron la prueba de papanicolau (citología) y, unos días después, me llamaron a decir: “su prueba salió positiva para VPH, tiene que venir en cinco días”. Con mucho pánico, pregunté: “¿algo puedo hacer mientras voy?”. Y ella contesta: “no, las precauciones se toman antes”, en un tono de juzgamiento. Entré en pánico, vomité, lloré los cinco días, sentí que tenía cáncer, no dormía, soñaba con ese tema. Leí de todo, contacté por Facebook a Liberty colors (una organización mexicana que educa sobre orientación y diversidad sexual), me tranquilizaron un poco con que no tendría cáncer.
Soy profe de biología, leo sobre esto desde que estaba en la universidad y mucho antes, hasta me llevaba a mis estudiantes a Profamilia a charlas, buscando evitar que algún día les pasara algo, pero ahora era yo. Además, coincidió con que tenía depresión y ansiedad y estaba medicada.
A los cinco días me hicieron biopsias en dos lugares. El consultorio era frío y me trataron como si fuera un pedazo de nada. El doctor me decía: “¿por qué no se cuidó?”. Lo odié. Aún recuerdo su cara y lo odio. ¿Por qué no era más humano? ¿Quién va a querer tener esto en su cuerpo? Pregunté: “¿qué soluciones hay?” Respondió: “ninguna, esperar a que su cuerpo sane, solo venga cada año para saber que no tenga cáncer”.
Así lo hago, y cada vez que voy lloro y entro en pánico mientras sale el resultado. De mi mente nunca sale que voy a tener cáncer algún día. Las lesiones ya no existen, mi valiente cuerpo las eliminó, pero el médico me dijo que el cáncer llega en cualquier momento.
Fui a Profamilia, me puse la vacuna del VPH, ¿para qué? Para evitar las demás cepas del virus, porque creo en la ciencia. Tres años después de mi diagnóstico, pienso en esto como el peor de mis miedos. En cada cita para prueba me tratan peor. No saben de intimidad, no saben de miedos, no saben de humanidad. Bastante tenemos con los juzgamientos de la pareja, de nosotros mismos, de la sociedad. El sistema de salud debería ser distinto.
Mujer anónima
Mi cuerpo eliminó el VPH dos veces
Tenía 20 o 21 años cuando recibí mi diagnóstico. Ahora tengo 29. En ese tiempo era muy rigurosa con la citología y una me salió alterada. La doctora me llamó cuando yo estaba en clase y me dijo que tenía que ir. Aunque me explicó, me sentía supremamente desorientada. Me hicieron un segundo examen y supe que el tipo que tenía no era de alto riesgo, pero eso lo entendí un tiempo después.
La doctora me dijo que esto era algo que prácticamente a todas las mujeres les ha pasado. Eso me tranquilizó porque yo me estaba sintiendo juzgada. También me dijo que debía subir defensas. Y desapareció.
Pero un tiempo después, poco más de un año, volví a tener una citología rara. Esa vez ya no me preocupé tanto, me hicieron el examen en el que hacen una raspadura y simplemente empecé a cuidarme, a alimentarme bien y a esperar que mi cuerpo lo eliminara. Y así fue. Han pasado nueve años desde entonces.
María Díaz
Me duele mucho haber vivido violencia ginecológica
A finales del 2019, debido a la aparición de condilomas fui a una cita de ginecología. Me atendió una doctora, realizó la cauterización de los condilomas y después de esto, sentada frente a su escritorio le pregunté qué implicaba el diagnóstico de VPH, su respuesta con un tono de desdén fue: “¿le parece poquito el cáncer?”. Después de eso no fui capaz de preguntarle nada más, tenía ganas de llorar.
Cuando salí del consultorio le conté a mi mamá y ella me tranquilizó un poco, aunque realmente ninguna de las dos tenía información sobre el tema. Unos meses después empezó el confinamiento por la pandemia, entonces en el tiempo que siguió, no volví al médico. Esas palabras quedaron resonando en mi cabeza como una sentencia y me daba pavor ir a hacerme la citología. El año pasado por fin me atreví a ir y los resultados me llevaron a cita con ginecología. La cita me la dieron para un mes después de que la pedí y todo ese tiempo estuve con mucha ansiedad porque el tipo de VPH que tenía era de alto riesgo.
Tuve varias crisis, me asustaba mucho tener cáncer y viví días con mucha angustia. El día de la cita la doctora que me atendió fue peor que la anterior. Ella me indicó que debía hacerme una colposcopia, pero no me explicó mucho sobre el tema. Me dijo que si tenía VPH seguro era por haber tenido relaciones sin protección, yo le indiqué que según había leído, esto podía suceder aún con condón, y me dijo que no [Algunas cepas del VPH pueden transmitirse incluso con condón, por el contacto piel con piel que el preservativo no cubre]. También hizo comentarios sobre mi vida sexual y prácticamente me dijo que era mi culpa tener VPH.
En cierto punto ya no fui capaz de hacer preguntas ni hablar más, tenía muchas ganas de llorar. Tan pronto salí del consultorio me puse a llorar y caminé por la calle sintiéndome muy mal. Cuando por fin pude hacerme la colposcopia en Profamilia, la médica que me atendió me trató muy bien, me explicó todo y me tranquilizó. El examen salió bien. Me impacté mucho por ese buen trato, no lo esperaba. Me conmoví y llorando le agradecí. Me duele mucho haber vivido violencia ginecológica y saber que es tan cotidiana. Me parece importante que podamos hablar sobre el tema y saber que no estamos solas.
Mujer anónima
Sobreviví a un tumor en el cuello uterino
Desde que inicié mi vida sexual, a los 17 años, cada año juiciosamente me realizaba la citología, la cual nunca salió con resultados anormales. Pero entre 2020 y 2021, como muchas personas, procuré asistir lo menos posible a un centro de salud por el Covid-19, por lo tanto en estos dos años no me realicé la citología.
En febrero de 2022 procuré retomar los chequeos médicos de control, entre ellos asistir a un ginecólogo (particular porque el médico general de la EPS no me remitía) por un sangrado irregular fuera del periodo y dolores al tener relaciones sexuales. La doctora me envió varios exámenes de control, entre ellos la citología.
Por primera vez había salido una citología alterada y al otro día de recibir el resultado fui con mi esposo a la ginecóloga particular, ella nos explicó detalladamente que tenía el virus y me explicó que en muchos casos este desaparece solo. Me dijo que debía fortalecer mi sistema inmune para ayudar a mi cuerpo. También nos explicó que se debían hacer exámenes más profundos para determinar el genotipo y poder saber de qué manera tratarlo. Me compartió la historia clínica y una orden para una prueba de ADN y me indicó cómo podía presentarlos a la EPS.
Envié los papeles a la EPS y a los dos meses me hice la prueba correspondiente y fui de nuevo a revisión donde mi ginecóloga particular. Allí me explicó que tenía el genotipo 16, que era uno de los más propensos a convertirse en cáncer y se volvía más riesgoso en mujeres mayores de 30 años, como yo. En ese momento yo solo sentía miedo de lo que podía ser y, como cualquier persona, fui a buscar en internet. Decía “cáncer”. Mi esposo, aunque estaba igual de asustado, solo me decía que tratáramos de informarnos bien para saber qué podíamos hacer. Empecé a pensar quién podría habérmelo pegado, hasta mi esposo me pedía disculpas por si había sido él, me culpé a mi misma por no cuidarme y aunque nadie de mi entorno cercano me juzgaba, yo sí lo hacía.
Al día siguiente la EPS me llamó a decirme que me habían agendado una cita urgente con una ginecóloga para revisar mis exámenes. Asistí a esa cita y la doctora muy amablemente me explicó lo que ya sabía y me indicó que debíamos hacer una biopsia. La EPS la autorizó de inmediato y el resultado fue: Lesión intraepitelial escamosa de alto grado. En menos de una semana la EPS me agendó una colposcopia y, pasados 20 días, llegaron los resultados. Esta vez el miedo se apoderó de mí.
La médico de la EPS me llamó y me dijo personalmente que no se había podido extraer todo, que debía enviarme más exámenes (resonancias y ecografías) y que debía llevar los resultados a la cita con el ginecólogo oncólogo que me asignaría la EPS. Lloré día y noche, pensé que me iba a morir, pero mi familia y amigos buscaban formas de ayudarme. Mi esposo estudiaba y estudiaba, buscaba en internet cual era el papel del acompañante en este caso para saber qué hacer y no encontraba nada, mis amigas me pagaron citas con una nutricionista oncológica, mi mamá y mi suegra me cocinaban para que no tuviera excusa de falta de tiempo para cuidarme.
Mi esposo y yo decidimos pagar los exámenes particulares porque en la EPS tardarían demasiado. Una vez me ví con el nuevo médico nos explicó que tenía un tumor que no se pudo detectar a tiempo por la falta de seguimiento en las citologías y que creció tanto que no fue posible extraerlo en la colposcopia. Afortunadamente para mí la resonancia mostraba que estaba localizado y no se había dispersado a otras partes del cuerpo, pero él me explicaba que a veces hay partes del tumor tan pequeñas que no se ven en la resonancia pero que él podría encontrarlas en medio de una cirugía. El médico decidió realizar una histerectomía considerando que mi esposo y yo no planeamos tener hijos, pero algo no me hacía sentir bien, me parecía una decisión muy radical, sentía que iba a quedar vacía por dentro, además que alguien más estaba decidiendo por mí.
Le dije que no me sentía cómoda con la decisión y junto a mi esposo nos habló de una segunda opción que era una traquelectomía, que es una cirugía donde en casos como el mío en que el tumor está localizado, solo cortan el cuello uterino y colocan un cerclaje para unir el útero con la vagina. Con el tiempo me he dado cuenta de que es muy poco conocido este procedimiento que le permite a mujeres en edad fértil mantener la posibilidad de un embarazo.
Finalmente llegó el día, tenía mucho miedo pero después de seis horas salí de cirugía sin tumor y sin necesidad de radioterapia ni quimioterapia.
Continúo viendo a mi doctor a través de la EPS cada tres meses, hasta marzo de este año, que espero que me dé la buena noticia que solo debemos vernos una vez al año. Por mi parte, el año pasado asistí a psicología porque a pesar de ser afortunada y tener tanto apoyo de familiares y amigos, sentí que en un momento tenía la etiqueta de cáncer en la frente para todos ellos. Me sigo cuidando porque en mi familia hay varios antecedentes de cáncer y aunque ya no me siento así de etiquetada por ellos, sí me cuesta tener que contar este antecedente al ir a una cita médica por otro tema.
Mujer anónima
Las odontólogas también deben estar atentas al VPH
Tengo 36 años, en una visita a la periodoncista me indicó que tenía dos lesiones tipo coliflor en la boca (Los tipos de VPH que pueden causar lesiones también pueden hacerlo en el área llamada orofaringe, es decir, parte de la garganta y de la lengua, paladar blando y amígdalas), presuntamente por VPH. Tengo pendiente valoración por cirugía maxilofacial para raspar y determinar si es VPH. Mis pruebas de sangre de VPH han sido negativas y las citologías han salido bien, por lo que agradezco que las odontólogas presten atención al tema y no sea solo un tema ginecológico. Da un poco de susto y vergüenza solo con la posibilidad, pero las profesionales (todas mujeres) me han hablado con mucha naturalidad y nunca han preguntado por ejemplo por mis prácticas sexuales u otros temas que podrían salir.
Luisa
Un buen doctor me hizo el proceso más sencillo
Tuve VPH. La verdad fue bastante sencillo y tuve la suerte de que me tocó un doctor divino. Me hizo una biopsia para tipificar porque lo que me explicó es que hay una escala que mide la gravedad. El mío no estaba en la escala, así que no había problema. Además, me dijo que la misma cauterización de la biopsia lo reducía o eliminaba. No recuerdo que me haya dolido nada y no tuve más inconvenientes.
Ni idea cómo me contagié. Tenía una pareja estable hace rato. Lo curioso es que hace 20 años tuve un ex que cuando lo dejé le decía a sus amigos que yo lo había engañado porque tenía VPH. Absurdo.
Laura
Lo más difícil es reconciliarse con el placer femenino
Apenas cumplí 30 años y siguiendo la recomendación de la ginecóloga, pedí el examen del VPH. No estaba vacunada y quería tenerlo solo por aquello de la rutina. Pues ese tranquilo examen de rutina dio un resultado positivo para VPH 16 en el mes de octubre de 2023. Se me aguaron los ojos, no podía creerlo y solo pensé: no más vida sexual… cáncer… muerte.
Corrí a Spotify a devorarme todos los podcasts existentes y hasta guardé los episodios para crear una Playlist con los 17 de ellos que alcance a revisar. La conclusión: no te vas a morir, tranquila, al menos no por ahora, pero, recuerda que el VPH 16 es una de las cepas más letales [junto a la cepa 18], con cerca del 70% de injerencia en un posible cáncer.
Después de sumergirme en ese mundo de información de expertos y no expertos, de hablar con mis amigas con quienes descubrí el alto porcentaje del virus y quienes me dieron un parte de tranquilidad al contarme que eso nos pasaba a todas, al menos una vez en la vida, ahora lo más importante era tomar acción. Tener una nueva cita para agendar una colposcopia y esperar el resultado de la biopsia. Salí impresionada del examen, nunca antes había visto mi cuello uterino en esa magnitud y con un abrazo fraterno del doctor diciéndome: tranquila, acá vamos a sanar juntos. Fueron casi cuatro semanas de angustia hasta el día de la entrega del resultado, que fue de manera presencial.
No encontraron lesión, afortunadamente. Lo que quiere decir que mi cuerpo se encargará de todo a partir de ese momento y yo de lo más difícil: reconciliarme con el placer femenino, la salud sexual y un nuevo año de espera para ese “examen de rutina”.
Magdala Mora
Ahora sé que no es el fin del mundo
Hace siete años tuve la primera citología irregular. Mencionaba células escamosas, pero no había lesiones. Mi primera reacción en ese momento, recuerdo, fue de mucha rabia. Había acabado una relación que no terminó para nada bien. Al año siguiente, el resultado fue igual, pero las colposcopias que me hicieron salían bien. Aunque estaba en control y observación, nunca hubo demasiado preocupación, y luego, durante varios años las citologías salieron normales.
Pero a finales de 2022, nuevamente, me salieron células escamosas. En esa ocasión me enviaron una biopsia y una prueba de ADN-VPH. Sentí mucha ansiedad. Pensé en el cáncer, pensé: ¿cómo le digo esto a mis papás?
En ese momento tenía una relación estable y me parecía muy raro el resultado del examen. Uno no sabe que el VPH puede estar ahí durante un largo tiempo, y de repente manifestarse. Y aunque mi pareja comprendió, me apoyó y hasta se hizo exámenes, me sentía mal. ¿De dónde venía ese dolor emocional?
Luego, con ayuda de mi psicóloga, recordé que antes, en una colposcopia, un ginecólogo me hizo el examen y me dijo: “tienes unas manchitas y eso puede ser un aviso de que puedes tener VPH”. Pero a él no le bastó con eso. Me dijo: “hay casos terribles en los que mujeres…” y me contó historias horrendas sobre violación, malos olores y cáncer. Esa experiencia me creó un terror y un prejuicio que no tenía hacia el VPH.
Afortunadamente la ginecóloga que me leyó el resultado del examen de VPH, donde se confirmaba que sí tenía y cuál era la cepa (era una de las de alto riesgo, contra la que no me habían vacunado), me tranquilizó y me dio toda la información que necesitaba. Hace falta eso. Más tacto, más humanidad de parte de los médicos.
En unos días tengo la cita de control, pero ya me siento más tranquila. Espero que los exámenes salgan bien, pero ahora sé que no es el fin del mundo.
Paula Hernández