La colonización no se acabó: se pintó de verde
Desde hace más de 200 años, la sabana de la Orinoquía ha sido vista como un "vacío" que necesita ser conquistado, corregido o explotado. Hoy, los monocultivos de eucalipto y acacia en Vichada siguen ese mismo libreto, presentándose como salvación para tierras supuestamente “degradadas”.
Esta narrativa ha sido usada para justificar ganadería extensiva, agroindustria y ahora plantaciones forestales, desplazando ecosistemas únicos y a las comunidades que los habitan.
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Los monocultivos de eucalipto y acacia en Vichada han sido impulsados por una lógica según la cual los Llanos Orientales son tierras “degradadas” y “abandonadas”, que son recuperadas por las plantaciones forestales.
No se trata de un discurso nuevo. Desde hace más de 200 en Colombia se ha promovido un desprecio por el ecosistema de sabana de la Orinoquía. Así se han justificado varias colonizaciones: la ganadería, la agroindustria y, en los últimos años, los monocultivos forestales.
En el siglo XIX se hablaba de “vencer a la naturaleza enemiga” de las sabanas. Una idea que no se aleja de la narrativa de las empresas forestales en el siglo XXI, que afirman estar salvando “sabanas degradadas, con suelos muy pobres” del Vichada.
Detrás de esos discursos hay un objetivo económico que ha privilegiado una lógica en la que “solo grandes capitales tienen los recursos” para corregir la Orinoquía, lo que ha privado a poblaciones nativas del derecho a la tierra. También hay una visión según la cual los árboles son lo único relevante de la naturaleza y que se desprecian otros ecosistemas como las sabanas y los pastizales.
*Este contenido integra el especial No es bosque, es despojo: La colonización ‘verde’ de los Llanos Orientales, de Mutante, La Liga Contra el Silencio y Runrun.es.
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