Catatumbo: “Todos sabíamos que esto iba a terminar en una guerra”

Hace casi tres semanas inició una guerra entre el ELN y el Frente 33 de las disidencias de las Farc en el Catatumbo que ha desplazado a cerca de 40.000 personas. Las organizaciones sociales ven con preocupación el decreto de conmoción interior del Gobierno y piden priorizar el diálogo territorial.

Fecha: 2025-01-31

Por: Natalia Duque y Juan Manuel Flórez

Collage por:

LUISA FERNANDA ARANGO (@holaahumano)

Catatumbo: “Todos sabíamos que esto iba a terminar en una guerra”

Hace casi tres semanas inició una guerra entre el ELN y el Frente 33 de las disidencias de las Farc en el Catatumbo que ha desplazado a cerca de 40.000 personas. Las organizaciones sociales ven con preocupación el decreto de conmoción interior del Gobierno y piden priorizar el diálogo territorial.

Por: NATALIA DUQUE Y JUAN MANUEL FLÓREZ

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LUISA FERNANDA ARANGO (@holaahumano)

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“Por aquí toca estarnos quietos y en la noche, por ahí a las 6:00 p.m. ya todo el mundo está en sus casas”, nos dijo por nota de voz don Jorge Soto*, un líder campesino de Tibú. Su preocupación es igual a la de otros habitantes del Catatumbo que ven un inminente recrudecimiento de la violencia en la región por cuenta de los enfrentamientos entre el ELN y el Frente 33 de las disidencias de las Farc (o Estado Mayor de los Bloques). A eso se suma la reciente entrada del Ejército con una ofensiva militar y un estado de conmoción interior que preocupa a las organizaciones sociales.

Durante los últimos quince días se ha vivido el desplazamiento más masivo de la última década. Aunque no hay cifras exactas, la ONU calculó unas 40 mil personas desplazadas. Según Junior Maldonado, integrante de la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat), “hoy en la región está roto el Derecho Internacional Humanitario”. La Gobernación de Santander reportó el asesinato de 80 personas, mientras que el número de la Defensoría del pueblo y Naciones Unidos alcanza los 60 muertos. La cifra precisa aún no se ha confirmado y tampoco la responsabilidad de cada grupo armado en los asesinatos.

La crisis humanitaria estalló desde el 15 de enero. En redes sociales comenzaron a circular videos como el de José del Carmen Abril, habitante del Catatumbo y quien dijo que el ELN había ido a buscarlo cuatro veces a su casa para matarlo. Días después, Abril fue retirado de la zona por el Ejército junto con otros 19 civiles amenazados. 

En un comunicado, el ELN reconoció haber asesinado a seis firmantes de paz y los acusó de hacer parte del Frente 33 de las Disidencias. “No eran civiles, jugaban a dos bandos”, titula el comunicado que fue rechazado por Comunes. El Partido Unión Patriótica también alertó que dos de sus miembros, Wilder Téllez y Deimer Téllez fueron secuestrados por el ELN. 

La respuesta del Gobierno fue emitir un decreto de conmoción interior que le da facultades especiales al Ejecutivo para garantizar el suministro de alimentos en el Catatumbo y facilitar la expropiación de tierras para el retorno de los desplazados. Además, establece la designación de un comandante militar para dicha región. 

Varias organizaciones sociales, entrevistadas por Mutante, expresaron su preocupación por la medida de conmoción interior que podría criminalizar a las organizaciones sociales y traer mayor militarización a una región que ha sufrido violaciones de derechos humanos por parte del Ejército. En lugar del decreto, exigen al gobierno la firma del Pacto Territorial para la Transformación del Catatumbo, un proceso de diálogo entre las comunidades y el gobierno que inició en 2022 y que implica desarrollos en siete ejes relacionados con la alimentación, salud, participación, educación y paz.

Detrás de esta crisis humanitaria, que ha tenido efectos dramáticos en poco tiempo, hay un contexto más amplio de choques previos entre el ELN y el Frente 33 de las disidencias. Esta tensión había sido alertada desde hacía varios meses por parte de las organizaciones sociales, y aún así no fue atendida de forma oportuna por el Gobierno nacional.

“Ya no se soportaban”

“Venía un año y medio de tensión”, cuenta un líder de la región que prefiere permanecer en el anonimato. Continúa, “después del 2022 empiezan a deteriorarse las relaciones entre el ELN y las disidencias”, quienes mantenían acuerdos de convivencia e incluso colaboración, como lo explicó el mismo ELN, en una comunicación de su comandante, Antonio García.   

De acuerdo con el relato del líder que mencionamos antes, algunas de las evidencias de esta “tensión” son el asesinato de Jorge Méndez, creador de contenido de La Gabarra; el asesinato de un integrante del ELN en un retén de las disidencias y la reconfiguración en octubre de 2024 del mercado de la pasta base de coca que estaba en crisis desde el 2022. “Los precios que ponía el 33 no eran los mismos del ELN y eso empezó a generar tensiones entre ambas estructuras”, cuenta el líder.

En algunos informes de prensa ya se ha mencionado que el reajuste de los precios de la pasta base de coca fue un factor de discordia entre ambos grupos, aunque no se menciona exactamente qué habría generado las rupturas.

Además, el líder coincide con Elizabeth Dickinson, investigadora de la ONG Crisis Group, quien le dijo a Mutante que la permanencia de una mesa de diálogo con las disidencias y no con el ELN también fue un factor tensionante. “Las disidencias se empoderaron, un poco por estar en la mesa de negociación con el Gobierno y con acceso a proyectos de transformación territorial que se discuten en esa mesa. Creo que para el ELN eso fue como una amenaza al balance de poder en el Catatumbo. Esa fue una de las múltiples chispas”, afirma.

Para entender lo que pasa hoy en la región, según Wilfredo Cañizares, defensor de derechos humanos y director de la Fundación Progresar en Cúcuta, hay que ampliar la mirada hacia otro departamento: Arauca. Según él, todo empieza con la guerra que declara —y que aún no termina— el ELN al Frente 10 de las disidencias de las Farc en Arauca. Según su monitoreo, las disidencias de las Farc también han enviado refuerzos a las disidencias en Arauca y, de a poco, esta guerra empezó a tener impacto en el Catatumbo. 

“Todos sabíamos que esto iba a terminar en una guerra. De hecho pensamos que iba a ser en diciembre que iba a explotar pero el Comando Central del ELN declaró una tregua navideña”, dice Cañizares. Para él, la tensión aumentó tanto durante los últimos seis meses que “ya no se soportaban. Donde se encontraban había problemas”, asegura. 

El jueves 16 de enero circuló en el Catatumbo un mensaje de alerta por Whatsapp: “Como se previó, hoy inician los enfrentamientos entre el ELN y el Frente 33 de las disidencias de las Farc. Las organizaciones sociales están en el medio”. Un día antes había sido asesinado en Tibú Miguel Ángel López, el sepulturero del municipio, junto a su esposa y su bebé. 

Públicamente, esta masacre marcó el inicio de la escalada violenta que se vive actualmente en la región, pues ambos actores se responsabilizaron entre sí y el ELN aseguró, en un comunicado del 18 de enero, que no podía dejar pasar desapercibido este crimen así que tomaría acciones militares contra las disidencias. Por su parte, alias Mechas, comandante del Frente 33,  dijo que vengaría estos ataques contra sus unidades. 

Sin embargo, todos los liderazgos coinciden en que esta fue solo la excusa para desencadenar una guerra que ya se había avisado.

¿Guerra avisada no mata a soldado?

“Yo creo que es una culpa compartida de las dos estructuras (ELN y disidencias) que le están imponiendo una guerra a la gente” dice Junior Maldonado, líder de Ascamcat. Lo que argumenta, es que ambos actores están participando de la confrontación y han afectado a la población no combatiente. Por eso mismo, las cuatro organizaciones campesinas más grandes del Catatumbo (Comité de Integración Social del Catatumbo, Asociación Campesina del Catatumbo, Asociación de Unidad Campesina del Catatumbo y Movimiento por la Constituyente Popular)  han dirigido sus comunicaciones públicas a ambos actores armados.  

Por su parte, Cañizares dice que el ELN sí tiene la responsabilidad de declarar la guerra, sin embargo, se pregunta por la responsabilidad del Estado colombiano en una guerra que se pudo evitar. Según él, en septiembre de 2024 alertaron a Otty Patiño, el comisionado de paz, de la creciente tensión y la necesidad de hacer acuerdos con ambos grupos en las respectivas mesas de negociación para evitar una tragedia humanitaria. “Les contamos con detalle todo lo que estaba ocurriendo y no hicieron nada”, cuenta. 

Previo a esta coyuntura, existen dos alertas tempranas emitidas por la Defensoría del Pueblo desde 2021, en las cuales se reconoce el fortalecimiento de las disidencias de las Farc en esta zona y se advierte sobre un posible conflicto a raíz de las disputas territoriales entre este grupo y el ELN. En noviembre del año pasado las organizaciones sociales del Catatumbo hicieron una movilización para denunciar la creciente tensión y llamar a los grupos armados a evitar enfrentamientos. Ese mismo mes, el 15 de noviembre, la Defensoría emitió la última alerta:

“La existencia de una disidencia de las Farc, fortalecida y expandida, y una eventual confrontación entre ella y el ELN, conducirían a la región a una crisis desproporcionada y de elevados costos humanitarios”, se puede leer en la alerta.

Para Dickinson, el Gobierno tardó en reaccionar. “La tregua entre disidencias y el ELN fue un caso exitoso entre comillas de la política de Paz Total. Me imagino que hubo una dificultad para el Gobierno en pensar cómo responder sin desbalancear esa situación tan frágil. Pero no es una excusa. Creo que habría sido bueno tocar el tema en la mesa de negociación”, señala.

Finalmente, a pesar de los avisos, el gobierno adoptó acciones reactivas pero no preventivas. Como primera medida, suspendió los diálogos con el ELN. Después, emitió el decreto de conmoción interior en los diez municipios del Catatumbo, Cúcuta, Villa del Rosario, Los Patios, El Zulia, San Cayetano y Puerto Santander y dos municipios del Cesar. 

“Este estado de conmoción decretado es la entrada para legitimar la criminalización, persecución y genocidio político en una región altamente estigmatizada”, le dijo a Mutante la Plataforma Emergencia Humanitaria Norte de Santander – Ciudades del Nororiente.  Incluso, algunos de sus integrantes participaron en la realización del mural No a la militarización, Paz Catatumbo que se pintó el 26 de enero en Cúcuta. Al día siguiente, la Secretaría de Gobierno de la ciudad aseguró que había iniciado procesos de judicialización contra quienes lo pintaron.

Las comunidades en esta región tienen recuerdos desagradables de las incursiones militares anteriores. Esa ha sido la forma de actuar del Estado y de todos los gobiernos, pero seguimos insistiendo que la salida tiene que ser social y política. Creemos que esa es la vía”, asegura Maldonado. 

Lo que no se ve detrás de la emergencia

El cubrimiento que se ha hecho de la situación ha dejado de lado temas importantes como las movilizaciones que se han llevado a cabo aún en medio de los enfrentamientos. El 22 de enero, por ejemplo, las comunidades del corregimiento Campo Dos, en Tibú, se movilizaron con banderas blancas para exigir un cese al fuego por parte de todos los actores, incluído el Ejército. 

La Plataforma Emergencia Humanitaria Norte de Santander, también le manifestó a Mutante su preocupación ante la posibilidad de que las confrontaciones entre ambos grupos se trasladen a Cúcuta porque, según dice, “la ciudad se convirtió en el centro de operaciones del Estado para desarrollar la guerra en el resto de la región”. 

Además, existe preocupación frente a la escalada de acciones armadas contra el ELN y el avance silencioso de otros grupos. Según Cañizares, está en marcha una tenaza paramilitar en el Catatumbo con la avanzada de las AGC a través del centro y sur del Cesar “de la cual nadie habla con total impunidad. A nadie se lo he escuchado en estos 15 días de tragedia”. Según el monitoreo de la Fundación Progresar, este grupo paramilitar está en el área metropolitana de Cúcuta, Zulia y busca ingresar al bajo Catatumbo, lo cual podría seguir agudizando la actual crisis si no se le presta atención. 

En sus pronunciamientos públicos, las cuatro organizaciones de la región ya mencionadas y las Juntas de Acción Comunal han insistido en que se debe continuar el diálogo con los actores, pues, como apunta Maldonado, los cese al fuego que el gobierno pactó anteriormente tanto con las disidencias como con el ELN “fueron muy positivos para las comunidades”. 

Para Elizabeth Dickinson, continuar con los diálogos enmarcados en la estrategia de priorizar facciones regionales “sí corre el riesgo de fragmentar a los grupos. Y así se hace más difícil negociar con ellos porque la línea de mando es menos clara, hay menos jerarquía para hacer cumplir lo que se negocie en la mesa. Con cada fragmentación, además, hay menos claridad para los civiles sobre cómo sobrevivir”.

El decreto de conmoción interior ya cumple más de una semana y, a través de él, se han expedido tres decretos del Ministerio de Agricultura que mencionan la agilización de créditos para el sector agropecuario, medidas de protección de zonas agrícolas y distribución de predios. También han expedido decretos el Ministerio de Turismo, el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Defensa. Este último ordenó la designación de un comandante militar para la zona que recibiría instrucciones del gobierno nacional.

Además, este viernes 31 de enero, el gobierno colombiano anunció la “Operación Relámpago”, un operativo antinarcóticos en conjunto con las fuerzas militares venezolanas que tendría como objetivo combatir al ELN en toda la frontera. Mientras tanto, los líderes ven poca luz para la firma del Acuerdo por el Catatumbo, que traería consigo avances sociales como la Universidad del Catatumbo.

Jorge, que es presidente de la Junta de Acción Comunal de su vereda, ha estado confinado durante estas dos semanas. Es decir, ha preferido no salir y coordinar su trabajo como líder por Whatsapp. “Por ahora siguen los enfrentamientos y todas esas vainas. Pidiéndole a dios que todo se normalice, pero mientras tanto no sabemos qué seguirá pasando”, dice.

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