‘Aquí te espero’: Historias sobre reconciliación para incrédulos
¿Sirve de algo contar los relatos de los victimarios? Hablamos con los realizadores de 'Aquí te espero', una serie documental colombiana sobre tres personas que han estado privadas de la libertad por años y buscan, por medio del arte o el diálogo, un cambio en sus vidas.
Fecha: 2024-06-14
Por: Mariana White Londoño
Collage: Luisa Fernanda Arango
‘Aquí te espero’: Historias sobre reconciliación para incrédulos
¿Sirve de algo contar los relatos de los victimarios? Hablamos con los realizadores de 'Aquí te espero', una serie documental colombiana sobre tres personas que han estado privadas de la libertad por años y buscan, por medio del arte o el diálogo, un cambio en sus vidas.
Fecha: 2024-06-14
Por: MARIANA WHITE LONDOÑO
Collage: Luisa Fernanda Arango
La cárcel solo es tema de conversación cuando estalla un escándalo, como ocurrió hace un mes con el asesinato del director de La Modelo en Bogotá. Si no hay una fuga ruidosa, un suicidio de un dragoneante, una protesta de internos por la mala alimentación, las más de 195 mil personas privadas de la libertad en Colombia, según números del Ministerio de Justicia, poco se mencionan, poco importan.
“Algo habrán hecho”, o “así aprenden” aparecen como frases para cerrar el asunto. Por ejemplo, se vuelve paisaje el hacinamiento de hasta 800 % en algunos centros de detención transitoria. En estos, las personas esperan ser procesadas y si su destino final es una cárcel, siguen sufriendo la “violación masiva, generalizada y estructural de los derechos fundamentales”, como estableció la Corte Constitucional cuando declaró, en 2013, el estado de cosas inconstitucional del sistema penitenciario y carcelario del país.
Sus historias de reconciliación, más que sus delitos o todo ese entramado del sistema, fueron el ángulo de interés para que Adrián Franco y Lina Betancur diseñaran un proyecto documental. Durante tres años, investigaron y desarrollaron la serie Aquí te espero sobre nuevas oportunidades para quienes están o han estado en prisión.
Durante el lanzamiento, Óscar (44 años), uno de los protagonistas, le contó al público que al principio no quería dar su testimonio. “Después se decidió por una responsabilidad que siente, pero dijo que no podríamos imaginar lo difícil que es para ellos dar la cara. Luego rompió en llanto”, cuenta Adrián, director de la serie que estrenó su primer capítulo el lunes 3 de junio, por el canal Telemedellín.
Conversamos con el director y con Lina, productora del audiovisual, sobre sus reflexiones alrededor de contar estas historias.
MARIANA: Vi el primer capítulo, que habla sobre la historia de ‘Conejo’ (59 años), y me sorprendió que no se enfocaran en esa realidad tan dura que es haber estado en la cárcel. Aunque ahí está y es el trasfondo, lo muestran desde el lado más humano: los pensamientos o necesidades básicas, que son estar bien con su hijo, su familia, o estar ahí para los seres queridos.
ADRIÁN: Juan Carlos Ledesma, Conejo, me contaba que tenía un profesor en la cárcel que les decía: “Cuando salgan, ni la familia, ni los amigos, ni la gente les va a creer lo que digan, lo que hagan”. Y que ahora que está afuera puede ratificarlo. Yo pensaba en estos días que nosotros le dedicamos el tiempo a contar esta historia y podemos defenderla porque le creemos, creemos en el cambio que está queriendo dar, creemos en su talento, en los afectos que tiene por los otros, y eso es lo que quisiéramos transmitir de alguna manera con la serie.
M: ¿Cómo nació la idea?
A: La serie nació de una inquietud que empezamos a sentir sobre quién cuenta las historias del conflicto armado en este país. Básicamente se trata de lo que vemos en medios de comunicación, informes de memoria histórica o lo que hacen algunas fundaciones o el Gobierno. En esos informes, regularmente es la víctima quien da los testimonios, pero casi nunca encontrás los testimonios del victimario.
Además, no solamente en los medios, sino también en las redes sociales. Cuando ves un caso violento o de abuso, al victimario se le condena sin opción de nada. Yo creo que es importante conocer estas personas porque si estamos hablando de reconciliación nacional, procesos de paz y toda esta necesidad que tenemos de entendernos más para dialogar con el otro, debemos saber quién es como mínimo.
M: ¿Por qué eligieron las historias de ‘Conejo’, Delia y Oscar?
A: A Juan Carlos, Conejo, lo conocí haciendo unos videos por encargo hace unos tres o cuatro años, cuando acababa de salir de casa por cárcel, y hubo una conexión impresionante. Ese primer asunto de la credibilidad del que hablamos, de creer en esas ganas de salir a realizar unos sueños. La historia se la cuento a Lina, empezamos a seguir su vida, lo que estaba haciendo, y él fue quien nos ayudó a darle forma al proyecto. De hecho, el nombre Aquí te espero parte de una frase que su hijo le dijo desde fuera de la cárcel.
Pudo haber sido un documental unitario, pero cuando empezás a investigar el tema, decís: a él lo salva el arte, pero qué rico tener la historia de una mujer, que es distinto; si a un hombre no le van a creer cuando salga, a una mujer sí que menos.
Tuvimos muchas historias y, por casualidades de la vida, conocimos la Fundación Aulas de Paz y la historia de Óscar y Lolita [una mujer que lleva décadas buscando a sus hijos desaparecidos y que, en un acto inédito de humanidad y reconciliación simbólica, adoptó a Óscar cuando estaba en la cárcel]. Esa historia de ellos es casi un guión, impresionante, entonces vimos que podía complementar muy bien esto porque nos pone en el escenario de actores fuertes del conflicto armado, pues él es desmovilizado de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia). Nos ponía un escenario distinto al de la delincuencia común.
M: ¿Qué motivaciones encontraron en los protagonistas para hablar?
LINA: La noche del estreno, Conejo me escribió y me dijo [lee]: Muchas gracias por dejar grabado por siempre uno de mis mejores capítulos. Para mí esas palabras son un reconocimiento a ellos mismos sobre el cambio que sí se puede dar, un cambio que ellos ni siquiera pueden dimensionar. Entonces, al acceder a contar esa historia y al verla ya plasmada en un audiovisual, creo que es la memoria viva para poder volver a ese momento, entender en qué están ahora y, de cierta forma, tener una pieza que puede ser su objeto de estudio, como que les reafirme que lo que están haciendo va por buen camino. Puede que no lo hayan logrado, que apenas estén en el proceso, pero sí hay una reflexión sobre algo por lo que creo que se deben sentir orgullosos.
A: El caso de Delia (25 años) es el punto más delicado, porque nosotros íbamos a cerrar la búsqueda de la historia de la mujer porque era muy difícil, no porque no existan, pero no teníamos acceso. En la última visita a la Corporación Trazos de Libertad, le dijimos al tallerista Carlos Rojas: fijate si hay una historia que podamos empezar a seguir. Y pasa lo que pasa en este mundo tan poco calculado y es que él les revisa los dibujos a las chicas y una de ellas le dice: no, a mí me gusta escribir y estoy escribiendo la historia de mi vida. Él empieza a leer y se da cuenta de que es algo bueno. Ella le pregunta: Profe, ¿usted no tiene un productor que de pronto me ayude a escribir un libro con la historia de mi vida?
Ella está en la cárcel El Pedregal (Medellín), entonces empezamos a hablar todos los días por teléfono. Yo le dejaba un ejercicio de escritura para su diario y ella me lo leía al otro día. Así lo hicimos durante tres meses y se grabaron esas conversaciones. Viene el tema de que no nos dejaban entrar a la cárcel por todos los problemas que hay con cámaras. Al final, este capítulo se construyó con esas conversaciones telefónicas e imágenes de la ciudad. Podría ser un borrador de un documental más grande, pero también fue lo más honesto que pudimos hacer con los recursos que teníamos, con los deseos de Delia de contar su historia.
M: Otro valor importante cuando se trabaja con personas que están recibiendo un castigo es la responsabilidad sobre los hechos. Pero también hablamos de la responsabilidad como sociedad para superar conflictos, ¿cómo la ven ustedes?
L: Primero, escuchar, antes que cualquier cosa. Puede que después de escuchar tú decidas creer o no, pero considero que es el primer paso para todo, no solo para las personas que han estado recluidas, sino para cualquier persona que necesita volver a vincularse a la sociedad, es ser escuchada porque a partir de la escucha y conocer qué pasó en esa persona uno puede entender cosas y también entender esa línea delgada entre ser víctima y victimario. Escuchar con toda la entereza para poder entender por qué le pasó esto a esta persona, o por qué tomó esa decisión en un momento que no era, o por qué tuvo que estar así, por qué llegó a ese momento.
A: Tenemos un reto importantísimo y es reconocer a la persona que estuvo o está privada de la libertad, reconocerla como un ser humano. Yo creo que parte de los conflictos que tenemos con esta población parten de ahí. Carlos Rojas de Trazos de Libertad, quien antes de empezar a ser profesor de arte fue dragoneante, decía que la gente regularmente ve a la persona que está privada de la libertad como si estuviera muerta, que de pronto las empezamos a hacer conscientes si hay alguien de la familia o alguien cercano que está en la cárcel, de resto queda como un desaparecido, como si hubiera dejado de existir. Entonces, reconocer al otro como un ser humano me parece fundamental para empezar un diálogo y el encuentro.
M: ¿De qué nos sirve escuchar y reconocer a quien hizo daño, si posiblemente nunca lo vamos a comprender?
A: Una de las premisas que trabajamos fue: todo encuentro deja la puerta abierta para un desencuentro, o para desencuentros. Cada que uno se encuentra tiene el riesgo de desencontrarse con el otro, pero esa es una de las bases del relacionamiento humano, de la comunicación. Si logramos entender que así estamos constantemente, encontrándonos, desencontrándonos, hay una diferencia.
Es posible que Conejo y Bryant [su hijo que aún se niega a una reconciliación completa] no lleguen a ser el papá e hijo felices de revista, pero si logran compartir momentos de felicidad, de aprendizaje juntos, va a ser un éxito ese trabajo, así haya peleas. Muchas veces pensamos en la reconciliación desde la perfección, la relación ideal, pero al final las relaciones son las dos cosas: encuentros y desencuentros.
M: ¿Qué viene ahora?
L: Yo creo que la serie ya está lista. ¿Qué quisiera yo que pasara, más allá de lo que está pasando en este instante? Primero, que toda la gente pueda tener acceso, que se pueda mover por diferentes lugares. Lo chévere es que va a estar en Telemedellín, pero también en diferentes canales regionales. También, nosotros al ser co-productores, queremos moverlo en festivales donde sabemos que el tema es súper pertinente.
Después de cada capítulo [que se puede ver independiente] hay un conversatorio, se llama Conversemos, y es la ampliación de qué está pasando en estos temas; hay unas personas que tienen el conocimiento, o desde las entidades públicas que tienen que ver con cada capítulo, entonces también es una extensión. Estamos en conversación con el director de la cárcel El Pedregal, porque inicialmente iremos allí a mostrarlo, pero nuestra intención es poder conseguir el acceso a las demás cárceles, ver cómo podemos compartir estas historias que pueden ser reflejo para muchas personas.
Puede que estas historias no salven el mundo, pero el hecho de que se sigan contando sí invita a una reflexión y a una posibilidad de visualizarlas, que existen y que es posible que generen un cambio.