“De promoción inmobiliaria no tiene nada, esto es un proyecto de vida”
Un grupo de casi veinte personas mayores en Montevideo, Uruguay, está a punto de empezar a construir la vivienda que ha soñado para envejecer juntos. Aspiran a tenerla lista para 2026. En esta entrevista cuentan su esfuerzo cooperativista.
Fecha: 2024-05-17
Por: Karen Parrado Beltrán
“De promoción inmobiliaria no tiene nada, esto es un proyecto de vida”
Un grupo de casi veinte personas mayores en Montevideo, Uruguay, está a punto de empezar a construir la vivienda que ha soñado para envejecer juntos. Aspiran a tenerla lista para 2026. En esta entrevista cuentan su esfuerzo cooperativista.
Fecha: 2024-05-17
Por: KAREN PARRADO BELTRÁN
El 30 de agosto de 2016, tres amigas uruguayas se reunieron en un café y empezaron a planear dónde vivirían sus últimos años. Ocho años después, ya no son tres, sino 16 los socios de Carpe Diem, una cooperativa de consumo de cohabitación y cuidados, algo inédito en Uruguay. Ya cuentan con un terreno para construir una casa, pero no será cualquier hogar para la tercera edad, sino un lugar donde la autonomía de las personas mayores, la solidaridad y los cuidados colectivos en la vejez sean el centro de todo.
Así lo explica Luis Sancho, un ingeniero agrónomo jubilado y secretario del proyecto: “Llegamos a un pre anteproyecto con 30 alojamientos para ser ocupados por una o dos personas”. La casa tendrá dos plantas, con ascensor, y toda el área de espacios comunes: comedor, sala de usos múltiples y parrilla. “Porque en Uruguay si no hay lugarcito para poner la carne y hacerla no estamos bien”, agrega.
Karen: ¿Cómo nació la idea?
Luis: Quién no se ha juntado con un grupo de amigos, con los que la pasaba muy bien a los 30 o 40 años, y no dijo: bueno, esto lo podríamos seguir haciendo cuando seamos mayores. Ahora, para hacerlo, es necesario que haya un empuje. Y aquí el empuje fue de tres amigas que se reunieron el 30 de agosto del año 2016. Dijeron: vamos a transformar esta idea en un proyecto. Obviamente tuvo muchas etapas. Una de ellas muy importante fue cuando definimos cuál era nuestra forma organizativa. Podíamos haber elegido cualquiera, pero elegimos el cooperativismo.
K: ¿Por qué el cooperativismo?
L: Por dos razones. La primera, porque entendemos que un sistema de vida como este, que es autogestionado, solidario, que tiene una cantidad de elementos de colectivización de muchísimas cosas, se asimila perfectamente con los principios del cooperativismo. Y segundo, porque en definitiva Uruguay tiene una larguísima experiencia en cooperativismo en muchísimos rubros: la vivienda, el agro, el trabajo.
Acá en Uruguay hay un sistema con una incubadora de precooperativas: toman grupos precooperativos y les dan todo el apoyo para que logren llegar a ser una cooperativa y desarrollar su plan. ¡Nosotros éramos raros! Éramos una innovación muy importante para el sistema en sí, un nuevo tipo de cooperativa. Por eso muchas veces nos encontramos con la incomprensión.
K: ¿Qué tipo de incomprensión?
L: De la institucionalidad. No entendían cómo era esto de que no éramos una cooperativa de vivienda. Básicamente nadie del grupo precisa una vivienda, todos llegamos a una edad en que más o menos pudimos tener una vivienda con nuestro trabajo. Lo que ahora queríamos era otra cosa: un lugar para vivir juntos, crear una comunidad, generar un proceso de cuidados entre nosotros y con un sistema más centrado en la persona, que es lo diametralmente opuesto a un residencial de ancianos, donde la persona es nada más que un cliente y que, aunque la traten muy bien, ese es el centro. Acá el centro tiene que ser la persona, el vecino, el amigo, la amiga. También está la incomprensión del sistema financiero para este tipo de proyectos. A esta edad básicamente te dicen: no, muchachos, esto no lo entendemos.
K: ¿Qué era lo que los hacía tan raros para el sistema cooperativo uruguayo?
L: Nosotros queríamos decidir el 100 % de los socios, y eso en una cooperativa de vivienda no puede ser. Y, si algún socio cooperativo fallece, el primer beneficiario que tiene derechos son los y las descendientes; y nosotros queríamos que no se perturbara el criterio de generar una comunidad de personas de más de 50 años. La mayor incomprensión no fue del sistema cooperativo, que nos entendió enseguida. Los que no nos entendían eran la institucionalidad que tiene que ver con el sistema cooperativo. Aunque debemos reconocer que nos aceptó el estatuto como cooperativa de consumo de cohabitación y cuidados, que es una figura rara, pero esperamos que no por mucho tiempo, porque hay otros grupos que se están formando.
K: ¿Por qué les inquietaba el modelo de cuidados que trata a las personas mayores como clientes?
L: Cuando pasas al estado de ser cliente de uno de estos centros, tu capacidad de gestión de todo lo que está pasando a tu alrededor es cero…en un residencial en formato habitual, ahí vendrá una enfermera o un enfermero, que dirá: Luis, acá está tu pastilla.
En cambio en este tipo de proyectos, de cohousing como el que estamos nosotros, todo es autogestionado. Con el compañero que ya tiene un problemita, un Alzheimer no muy avanzado, los amigos se reúnen a jugar cartas en la noche a esperar la hora para que tome la medicación y no se olvide.
K: ¿Cómo se enteraron del modelo de vivienda colaborativa?
L: Tuvimos que estudiar mucho, encontrar y descubrir este mundo del cohousing, y obviamente todo lo que estaba pasando en España, que si bien tiene muchos años el primero, en realidad es bastante reciente; hay todo un proceso muy de ebullición, fermental, en estos últimos diez, doce años. Empezamos con los contactos. Los que pudimos viajar, visitamos uno que ya está funcionando. Establecimos un contacto muy bueno, incluso vinieron a Uruguay a visitarnos también de uno de Asturias que se llama Axuntase, que está en construcción. Siempre estamos atentos a buscar otras experiencias y ver un poco también nuestro entorno, porque también están surgiendo otros grupos en Uruguay. Tenemos la intención de ir generando una confederación, pues en la medida que esos grupos se vayan consolidando seguramente habrá cosas que nos toque disputar con el sistema político, con el sistema financiero o con lo institucional, como han hecho en otras partes.
K: ¿Qué cree que ha hecho posible esta ebullición en España, que no ha sido posible en América Laitna?
L: Es un tema terrible, pero hay que decirlo, de capacidad económica. Este proyecto lo quiere una capa media que fue avanzando en su generación de trabajo y alcanzó ciertos ahorros, pudo tener su casa, pero que no tiene un capital de mucho, y esto cuesta. Cuesta el terreno, cuesta el proyecto, cuesta la construcción. La mayoría de los socios tienen el respaldo de su casa actual, pero hay que venderla para tener el efectivo y eso te lleva a necesitar un préstamo puente. Y, segundo, el efecto bola de nieve. El primer cohousing de España tiene más de 20 años, pero pasaron más de diez para que empezara la ola. En el proceso se han formado grupos para el tema de las legislaciones, el tema de la reglamentación de uso del suelo, el tema del financiamiento; es decir, todo eso da fuerza como en cualquier proceso colectivo.
K: ¿Cómo logran bajarle revoluciones al individualismo?
L: Es una pelea de todos los días. Las raíces de la mayoría de la gente del grupo tiene que ver con un sentimiento de que tratemos que predomine lo colectivo sobre lo individual, pero no es cierto que podamos superar el individualismo a lo largo de toda una vida, ¿no? Es una lucha y es ir a contrapelo del modelo que nos imponen todos los días desde que abrimos el ojo hasta que lo cerramos. Ser cooperativista es ir a contrapelo del modelo, pensar en un cohousing es medio ir a contrapelo del modelo.
K: ¿Cómo fue el proceso de encontrar un lugar para envejecer en comunidad? ¿Qué soñaban?
L: Para todos los del grupo el tema del medio ambiente era muy importante, por temas laborales, pero además por cuestiones personales y de convicción. A su vez, cuando uno trata de definir un lugar para cambiar en esta etapa de la vida, hay que considerar algunos factores: si estoy cerca del supermercado, si voy a llegar en 20 minutos al médico o no. Otro asunto es el valor del terreno. No es lo mismo comprar en el centro de una ciudad, que en la periferia.
Fuimos viendo experiencias de otros lugares donde estos proyectos arrancan con una idea de estar muy céntricos y después por necesidades económicas se van trasladando. Pero el medio rural o borde rural ciudad siempre nos atrajo. Finalmente apareció este que es una zona en el propio departamento de Montevideo, capital del Uruguay, pero ya en una zona más borde, digamos de lo que se denomina Montevideo rural.
K: Ahora que tiene el terreno, ¿qué viene?
L: Tenemos que elegir un grupo técnico que nos acompañe desde aquí hasta la construcción. Ese es nuestro desafío inmediato. En paralelo seguiremos viendo todo el relacionamiento institucional, con los vecinos, con todo. Por supuesto, el tema financiero para llegar a fin de año consolidados con un proyecto. Y me olvidaba algo muy importante: seguir creciendo, para que esto sea viable también económicamente.
K: ¿Siente esperanza de que esta forma de entender la vivienda en la vejez como algo colectivo alcance a más gente?
L: Estamos tan convencidos que logramos convencer a otras personas. Lo cual quiere decir que no solo somos buenos transmitiendo el proyecto, sino que además el proyecto es bueno, porque esto de promoción inmobiliaria no tiene nada, esto es un proyecto de vida.