Ni las mujeres ni las personas LGBTIQ+ aparecen en la Paz Total

El plan de negociación del gobierno Petro para terminar la guerra con varios grupos armados al mismo tiempo avanza a tropiezos y con varias falencias. Una de ellas es la escasa representación de las mujeres y la total ausencia de las personas LGBTIQ+ en las mesas de diálogo. 

Fecha: 2024-09-11

Por: María F. Fitzgerald

Ilustración: Wil Huertas (@uuily)

Ni las mujeres ni las personas LGBTIQ+ aparecen en la Paz Total

El plan de negociación del gobierno Petro para terminar la guerra con varios grupos armados al mismo tiempo avanza a tropiezos y con varias falencias. Una de ellas es la escasa representación de las mujeres y la total ausencia de las personas LGBTIQ+ en las mesas de diálogo. 

Por: MARÍA F. FITZGERALD

Ilustración: Wil Huertas (@uuily)

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Las mujeres y las personas LGBTIQ+ no están representadas en las mesas de negociación de la Paz Total. Pese a que, desde los Acuerdos de Paz con la antigua guerrilla de las FARC, las organizaciones internacionales, entre ellas Naciones Unidas, las organizaciones de víctimas y los negociadores insistieron en dar especial énfasis al enfoque de género —así como también a dar espacios de participación paritarios a las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas—, y también insistieron en aplicar estos aprendizajes al proyecto de la Paz Total, hasta la fecha, el enfoque ha sido casi totalmente ignorado. 

Distintas organizaciones de la sociedad civil han señalado su ausencia en las mesas de negociación, especialmente en la que lleva más tiempo con el ELN. La baja participación no se ha debido a la falta de esfuerzos de integración por parte de las mujeres y las personas LGBTIQ+, sino más bien porque es un aspecto que está pasando desapercibido. 

El CINEP, por ejemplo, apunta en un informe publicado a finales de 2023 que: “…el ELN prioriza el discurso de la participación, y lo que parece hasta ahora es que planea enmarcar dentro de esa categoría varios temas de manera más holística, incluido el género. Las delegaciones han dado a entender que el enfoque de género no es un punto en la agenda, porque es un asunto transversal a todos los otros puntos. Sin embargo, este tema parece no estar del todo anclado en la mesa de negociaciones”.

Este hecho también había sido señalado por Cuestión Pública desde la primera instalación de las mesas. En ese momento se hizo evidente  que, en la foto de la instalación de la mesa con el ELN, de los 10 funcionarios presentes, solo dos eran mujeres y, una de ellas, era la secretaria del canciller Álvaro Leyva, que no participaría en las negociaciones. 

Incluso desde antes, cuando se anunció el inicio del proceso en las mesas, organizaciones como Indepaz solicitaron al Gobierno analizar los hechos que habían afectado los intentos anteriores para lograr negociaciones efectivas. Uno de ellos fue, precisamente, la casi nula participación de las mujeres y la inexistencia de las personas LGBTIQ+. Hoy, cuando ya se han cumplido dos años del inicio del gobierno de Gustavo Petro, y ha transcurrido casi el mismo tiempo desde que se sancionó la Ley 418 que da inicio a la Paz Total, Indepaz también registra un incremento de la violencia por parte de los grupos armados hacia las mujeres, del 12% al 14%, según aseguraron al medio feminista Volcánicas

“Se supone que la Paz Total tiene una perspectiva integral. Por eso, la construcción de ese acuerdo de paz grande debe ser no sólo más amplio, en cuestión de incluir estos grupos poblacionales, sino también debería ser justo. Estamos hablando de un conflicto armado que tiene asociado problemas de género y nuevas discusiones que se vienen dando sobre comunidades que antes no se tenían en cuenta. Entonces, no tenerlas en cuenta acá es perpetuar también la violencia y la desigualdad que hemos vivido desde hace tanto tiempo”, explican Joanna Barney y Juana Cabezas, investigadoras de Indepaz y especialistas en enfoque de género.

¿Por qué es urgente incluir a las mujeres y las personas LGBTIQ+ en la Paz Total? 

Una de las prioridades enmarcadas dentro de la Paz Total vino de la mano de otra de las prioridades enmarcadas dentro del gobierno de Gustavo Petro: la promoción amplia y equitativa de la participación ciudadana. 

Desde que inició la instalación de las mesas, la insistencia fue garantizar la participación de los diversos grupos sociales que históricamente  han sido excluidos  de los espacios democráticos, pero como lo explica Olga Sánchez, directora de la Casa de la Mujer  : “no se vislumbran, a la fecha, acciones por parte del gobierno y de las mesas de reconocer a las mujeres y las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, como sujetas/os políticos con poder para incidir y colocar en las agendas no sólo sus necesidades y expectativas, sino también, su agenda para el logro de la eliminación de las causas estructurales y subjetivas generadoras de la explotación y opresión presentes en la sociedad colombiana”.

Para ella, la falta de inclusión conlleva  a un desconocimiento a las experiencias y aportes sociales de estos grupos sociales y, una vez más, promueve el silenciamiento de algunas de las principales víctimas del conflicto armado colombiano.   

Por su parte, Marcela Sánchez, directora ejecutiva de Colombia Diversa, insiste en que la baja, o casi nula, participación de personas LGBTIQ+ termina significando un evidente acallamiento: “Se está dejando de considerar importante nuestra existencia, nuestros derechos y nuestra voz para la construcción democrática del país.  También implica aumento del miedo de las personas LGBTIQ+ frente a las violencias que sufren por parte de los actores armados hoy. Las personas LGBTIQ+ han sido víctimas, ¿por qué no pueden entonces ser partícipes en la construcción de paz?”

Sánchez añade que la discriminación y violencia contra grupos sociales, principalmente las personas LGBTIQ+ y las mujeres, ha sido capitalizada por los grupos armados ilegales para ganar mayor control social. Así también lo  confirmó la Comisión de la Verdad. En el Informe Final señalan que ambos grupos poblacionales han sido utilizados como botín de guerra por todos los actores armados del conflicto interno nacional. 

Las negociadoras también brillan por su ausencia

Camila Botero es una excombatiente del ELN que, actualmente, cumple una condena en la cárcel del Buen Pastor y, al mismo tiempo, participa en los planteamientos ideológicos de las mesas de negociación en representación de las mujeres presas políticas. Explica que la ausencia de las mujeres, las personas afro, las indígenas y todas las personas diversas en los espacios de la Paz Total, es una dinámica común en todos los niveles sociales y también dentro de los grupos armados ilegales. 

Tradicionalmente, las cúpulas directivas han estado  conformadas principalmente por hombres, señala Botero. “Son espacios en los que las personas diversas no estamos siendo representadas ni incluidas con claridad y, por lo mismo, terminamos borradas. Es importante nuestra participación porque no hemos sido sólo víctimas, sino que hemos estado incluidas en todas las dinámicas, incluidos los combates. Y en todo caso hemos vivido cada uno de esos procesos de manera diferenciada”, asegura. 

Desde el otro lado de la mesa de negociación, Ángela María Robledo insiste en que, por supuesto, es necesaria una mayor representación de los diversos grupos sociales, pero es un desafío. “Abrir espacio para las mujeres, para las diversidades sexuales, incluso para los niños y las niñas ha sido muy difícil porque la guerra es un espacio muy patriarcal. Incluso las negociaciones son profundamente patriarcales. Es difícil, porque uno lo sabe, las mismas mujeres armadas tienen problemas para que sus voces sean escuchadas”, señala Robledo.

Pero también hace hincapié en que en la Paz Total han apostado por la feminización de la paz. Dice que esta idea quedó planteada en las mesas regionales de los Acuerdos de Paz de 2016 con la guerrilla de las FARC, pero que solo ahora han comenzado a implementarse plenamente, iniciando por las comisiones.“Hemos puesto en la agenda el concepto de paz cotidiana, que tiene que ver con mirarnos no sólo en esas macro narrativas llenas de protocolos y donde las armas siguen teniendo un lugar central, pero nunca la vida cotidiana que es en la que se sobrevive a la guerra. Ahí es donde se ha hablado de feminizar la paz como una de las premisas comunicativas”.

La comisionada considera que las voces de las mujeres y las personas LGBTIQ+ sí se están escuchando en las mesas regionales, pero sus “propuestas  se quedan en los escritorios y no se ponen en acción”, señala. 

Las investigadoras Joanna Barney y Juana Cabezas  de Indepaz consideran que este esfuerzo, aunque importante, aún no es visible.  Pareciera que el discurso y la realidad avanzan por  caminos diferentes. Por supuesto, resaltan que es importante tener en cuenta las dificultades estructurales, como la cultura regional y las estructuras sociales de cada comunidad, que suelen limitar la participación y los procesos de liderazgo de personas diversas. Pero insisten en que el Estado comprenda estas dinámicas locales con mayor claridad, promueva activamente capacitaciones y diseñe programas que no sólo incidan sobre los liderazgos de las mujeres y personas LGBTIQ+, sino que, además, modifiquen las nociones de los hombres que han ocupado los espacios sin abrir espacio para sus pares. 

Es justo desde las mesas regionales donde la comisionada Robledo insiste en que buscarán que la paz sea descentralizada, tanto  de las armas como de los hombres: “Debemos reconocer la potencia que tenemos las mujeres para proteger la vida y resistir la guerra. Eso no se entendió en el gobierno Santos, en el de Duque menos, porque se dedicó a hacer trizas los acuerdos, y bajo este gobierno sigue pesando mucho esa impronta patriarcal y guerrerista”.

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