Buscando arriendo en Bogotá: una experiencia ingrata para los migrantes

Fecha: 2023-10-17

Por: Karen Parrado Beltrán

Buscando arriendo en Bogotá: una experiencia ingrata para los migrantes

Por: KAREN PARRADO BELTRÁN

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“Hoy en día todavía no puedo decir que yo como venezolana arrendé un lugar aquí, no, no lo logré”, dice Marianny Cordero, una tiktoker venezolana, oriunda de Ojeda, la tercera ciudad más grande del Estado de Zulia, en Venezuela, a 200 kilómetros de Maicao. A mediados de 2018 cruzó la frontera, y luego de una breve temporada en Valledupar, se trasladó a Bogotá, dónde empezó a grabar videos para documentar la búsqueda de un lugar para vivir. 

Durante varias semanas, su audiencia de 1,7 millones de personas en TikTok siguió la crónica por entregas. En los videos Cordero mostraba cómo los posibles arrendatarios le  decían que ya el apartamento no estaba disponible cuando se enteraban que era venezolana. 

Al final, quien firmó el contrato de arrendamiento fue su expareja colombiana. Para Cordero, vivir en el nuevo apartamento, ubicado en el borde de una moderna zona de conjuntos residenciales y un barrio popular del noroccidente de Bogotá, significó el fin de una temporada en la que expuso su intimidad y vulnerabilidad como migrante en el escenario esquizofrénico que son las redes sociales, donde se siente la empatía y el odio, en todas partes, al mismo tiempo. 

¿Por qué decidiste emigrar?

Por la situación. Yo tenía planeado quedarme en Venezuela, seguir luchando y todo el rollo, pero en 2016 ya fue como el punto más caótico del país, donde literalmente no se conseguía nada y uno ya no estaba viviendo sino sobreviviendo. Podías tener el dinero pero no tenías dónde comprar, y a veces donde podías comprar era excesivamente costoso. Es como decir que tú hoy en día compres una harina pan en un millón de pesos, así de locos eran los precios. 

Me fui porque recuerdo que había elecciones en ese momento y dije: bueno, si vuelve a ganar el presidente Maduro, me voy definitivamente; si no, me quedo. La verdad estaba muy esperanzada en esas votaciones. Hasta que él “gana” y es nuevamente el presidente de Venezuela. Y dije: yo no me puedo quedar aquí. 

Estaba en un punto donde me sentía extremadamente frustrada, lloraba prácticamente todos los días porque no sabía qué hacer con mi vida. Yo creo que una de las etapas más bonitas del ser humano es la juventud y sentía que la estaba perdiendo. ¿Este va a ser el recuerdo de mi juventud? No estaba muy de acuerdo, me quería ir para donde fuera, no importaba el lugar. Se me presentó la oportunidad de Colombia y la tomé en seguida.

¿Cómo saliste? ¿Fue una experiencia de ilusión o de zozobra?

Fue de tristeza. Recuerdo que había un transporte que recogía a venezolanos. Había alguien que se encargaba de eso, uno le pagaba a esa persona, él recogía a las personas en sus casas y la misión era llevarlas hasta la frontera. Me fueron a buscar a mí y mi mamá y mi hermana menor me despidieron. La última imagen que tengo de ese momento es que  yo estoy mirando por el vidrio de atrás del carro, despidiéndome de mi mamá y de mi hermana, llorando ahí. Eso fue horrible, yo llorando todo el camino, con un nudo aquí [en la garganta], porque uno ya no sabe cuando vuelve a ver a su familia otra vez. 

De paso que mi familia y yo somos muy unidas. Nunca, literalmente, nunca nos habíamos separado. Ahora sí, mi hermana está en Chile, mi papá está en Venezuela, yo estoy acá en Colombia. Fue una separación total y creo que eso fue lo fuerte.

¿Cómo fue tu momento en la frontera?

Había dos caminos. El de acá, donde ya tienes que dirigirte a la parte de migración para sellar el pasaporte, y el otro lado, donde está el paso por trocha, y mucha gente se iba por ahí. Yo estaba sola en ese momento y nunca había viajado sola, nunca había hecho nada sola. Tenía muchas personas a mi alrededor que me decían: ¡te ayudo!, ¡te llevo la maleta, ven! Hasta que uno me logró convencer: yo te ayudo, mi amor, no te preocupes. Aunque no quería, me quitó la maleta y después tuve que pagarle para que me la devolviera. Ya en el paso, los guardias te revisan los bolsos antes de cruzar. 

Si me preguntan cuál fue mi primera impresión de Colombia, diría que una muy buena, porque después de que crucé la frontera agarré un taxi que me llevó directo a Valledupar, y el muchacho que me llevó fue muy amable, a todos los que íbamos en el carro nos trató súper bien… Hubo un momento donde se detuvo en una tienda y nos compró a todos almojábanas. También nos dio un refresco o una gaseosa —como dicen ustedes— de manzana. 

¿Cuáles eran tus expectativas sobre la acogida en Colombia cuando saliste de Venezuela?

Reconozco que estaba a la defensiva, por si me decían algo, o la típica palabra ‘veneca’. Yo me juego [hago chistes] con esas palabras, pero cuando ya me lo dicen en serio sí me molesta, porque la han tergiversado un poco, normalmente la usan para referirse a las prostitutas.  

 

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¿Cuándo fue la primera vez que sentiste algún tipo de discriminación por ser  migrante?

En Valledupar fue todo chévere, no sé si es porque la cultura es tan igual [a Venezuela], pero la discriminación más fuerte que recuerdo ha sido aquí en Bogotá y ha sido buscando arriendos, no el que mostré en el video, sino anteriormente. Cuando llegué a Bogotá, tardé demasiado en conseguir un arriendo, tuve que vivir en casa de un amigo durante casi dos meses porque no conseguía donde vivir y estaba frustrada. Podía conseguir, pero las zonas donde yo sabía que me podrían arrendar eran muy peligrosas, no me sentía segura y no quería vivir en un lugar así. 

De hecho, donde estoy viviendo ahora no fue porque me arrendaron a mí directamente, sino porque mi expareja —te cuento que ya terminamos— es colombiana y fue por ella, o sea, ella metió los papeles y todo para que me dieran el arriendo, ni siquiera fue por mi. Hoy en día todavía no puedo decir que yo como venezolana arrendé un lugar aquí, no, no lo logré. 

Ser venezolana, claro, eso influye mucho, pero creo que es sobre todo por el tema de no ser colombiana. Cuando hice mi Stand Up Comedy de ‘Buscando arriendo en Bogotá’, no fueron solamente venezolanos y colombianos, sino personas que eran de otros países. Había una alemana, una rusa y varias personas de otros países y me decían: vine porque me está pasando lo mismo.

¿Cómo llegaste a la idea de hablar sobre todo esto en TikTok?

El día que hice ese video no tenía contenido para hacer, no estaba inspirada. Yo ya sabía que buscar arriendo era una tarea difícil, entonces dije, bueno, vamos a grabar la experiencia, a ver qué pasa. No tenía muchas expectativas. Grabé todo: aquí era, pero me dijeron que no por tal motivo; me gustó mucho una casa, pero me dijeron que no. 

Ya tenía un montón de videos acumulados en mi teléfono y comencé a googlear, puse: buscando arriendo en Bogotá venezolano. Me aparecían memes, cosas, chistes, me daba risa. Me encontré con el “No se arrienda a venezolanos ni costeños”. Pensé: no puede ser, eso también pasa con los costeños, comencé a investigar sobre el tema. 

Cuando tuve una información de todo lo que pasa buscando arriendo en Bogotá, miré mis videos y dije, bueno, a esto se le puede poner unos requisitos extremadamente exagerados para que dé más risa, como la foto de Messi, la Rosa de Guadalupe, ser virgen, todas esas cosas, obviamente agregando humor al tema. 

¿Qué te reveló la reacción de tu audiencia?

Al principio era chévere porque vi que la gente era muy receptiva sobre ese tema, se reía, lo compartía bastante. Pero a medida que el video se iba haciendo más viral, vi que los comentarios eran más fuertes. Ya en ese punto no sabía si había hecho bien o mal, igual estoy acostumbrada a comentarios tanto negativos como positivos, porque de esto se trata lo que hago. 

Pero el mayor boom fue cuando un día me desperté, agarré mi teléfono y abrí Google, no sé por qué, y en las noticias estaba mi cara y me dio susto. Pensé que era un error del teléfono, volví a recargar y otra vez estaba mi cara: chica venezolana busca arriendo en Bogotá. Muchos titulares. Entonces, se me puso el corazón a millón. Me comenzó a dar miedo. Pensé: si no me querían, ahora me van a querer menos porque van a pensar que estoy hablando mal de Colombia. 

Los comentarios estuvieron bastante divididos, unos apoyaban y otros no. Pero los que no apoyaban, no apoyaban de una manera horrible, con comentarios de: bueno, si no le gusta, váyase; no la queremos aquí y groserías que no voy a mencionar. Esa fue la parte dolorosa.

 

¿Crees que la serie ayudó a humanizar un problema tan serio, que tu audiencia logró  ponerse en los zapatos de los migrantes?

Yo diría que sí, porque también me llegaron muchas llamadas y mucha gente me escribió queriéndome ayudar. Entonces, creo que sí tuvo algo positivo porque de lo contrario mucha gente no se hubiese interesado en ayudarme.

¿Qué pensabas sobre la xenofobia en esos días?

Que es real. O sea, yo sabía que había xenofobia, pero no me imaginé la magnitud. De hecho, yo me sentía tan mal que comencé a pensar en irme. Dije: me voy a Chile, me voy con mi familia.

A raíz de ‘Buscando arriendo en Bogotá’ pensé en hacer unos videos que tuvieran valor y nos enseñaran a concientizar sobre la xenofobia y otros temas. A mí me molesta de Bogotá lo contaminada y sucia que está, siendo una ciudad tan bonita. Veo cómo las personas arrojan cosas al suelo y me molesta, entonces pensé en hacer un video sobre esto, chistoso, pero que también nos motivara a no ensuciar más la capital. Hice varios segmentos sobre cositas así, pero dejé de hacerlos porque recibí amenazas en mis redes sociales: que me iban a matar; que me fuera del país, si no me gustaba como estaba Bogotá; que yo no tenía ningún derecho a opinar sobre este país porque yo no era de aquí.

Mucha gente me recomendó que no hiciera esos videos por mi seguridad, porque literalmente recibí amenazas de golpes y de muerte en mi redes sociales y en mi DM de Instagram. Dejé de hacerlos. 

¿Por qué crees que los colombianos sienten miedo o rechazo hacia las personas de origen venezolano?

Evidentemente, aunque uno haga muchas cosas buenas, siempre lo que va a resaltar es lo malo. Entonces, ha habido muchos venezolanos que han venido a hacer cosas malas a este país y es lo que más se destaca. También el tema de que muchos venezolanos vinieron con muchas ganas de trabajar y creo que eso no le gustó a muchas personas, te dicen: me vas a quitar el trabajo.

Hiciste un Stand Up Comedy a raíz de toda la experiencia de ‘Buscando arriendo en Bogotá’, ¿qué crees que puede aportar el humor en todo esto?

Para mí el humor siempre va a ser la solución, porque sacarle una risa a una persona  rompe el hielo de todo lo que esa persona tiene en la mente.En mi Stand Up Comedy, al principio te ríes, te sientes identificado, pero al final siempre doy una reflexión. La reflexión de que a pesar de que seamos de distintos países, todos tenemos derecho a cumplir nuestros sueños, estemos en nuestro país o no.