¿La sexta será la vencida en el proceso de paz con el ELN?
Conversamos con Luis Eduardo Celis, investigador de la Fundación Paz y Reconciliación, sobre el proceso de paz que se reanudó con la guerrilla del ELN. Nos explicó por qué cree que la prioridad de este diálogo y la agenda del Gobierno ayudan a pensar que este proceso es distinto de los cinco anteriores intentos fallidos.
Fecha: 2022-11-25
Por: JUAN DAVID LÓPEZ MORALES
¿La sexta será la vencida en el proceso de paz con el ELN?
Conversamos con Luis Eduardo Celis, investigador de la Fundación Paz y Reconciliación, sobre el proceso de paz que se reanudó con la guerrilla del ELN. Nos explicó por qué cree que la prioridad de este diálogo y la agenda del Gobierno ayudan a pensar que este proceso es distinto de los cinco anteriores intentos fallidos.
Fecha: 2022-11-25
Por: JUAN DAVID LÓPEZ MORALES
El pasado lunes 21 de noviembre, en Caracas (Venezuela), se reactivó la negociación de paz que había iniciado el gobierno de Juan Manuel Santos y que se frenó durante el mandato de Iván Duque, a raíz del atentado del ELN contra la Escuela General Santander, el 17 de enero de 2019 en Bogotá.
Este jueves 24 de noviembre conversamos con Luis Eduardo Celis a través de Twitter Space. Como investigador de la Fundación Paz y Reconciliación, con interés en procesos de paz, Luis Eduardo es una persona más que informada sobre los intentos de negociación con el ELN y en la charla nos dijo que creía que al día siguiente habría noticias.
Este viernes, en efecto, hubo anuncios. Las partes acordaron invitar a Brasil, Chile y México para unirse a Cuba, Venezuela y Noruega como países garantes. Además, invitarán a Alemania, Suecia, Suiza y España para que sean países acompañantes. Y a Estados Unidos le pedirán que participe a través de un enviado especial a la mesa de diálogos. Anunciaron que retomarán la agenda de “acciones y dinámicas humanitarias” y que para esto conformarán un mecanismo con el acompañamiento de la Iglesia y de la Misión de Verificación de la ONU.
Aquí conversamos con él sobre el presente y el futuro de unas negociaciones que, al parecer, caminan rápido.
¿Estamos hablando de una continuidad del proceso que se inició durante el gobierno de Juan Manuel Santos o de un nuevo intento? ¿En qué parte de la negociación se retomó el proceso con ELN esta semana?
Tanto el gobierno del presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez como el ELN han hablado de retomar el proceso desde el primer encuentro que tuvieron el 11 y 12 de agosto, cuando el Gobierno fue a La Habana ¿Qué significa retomar un proceso? Que ambas partes reconocen que hay un antecedente, lo avanzado durante el gobierno del presidente Santos.
Hay una agenda construida que además fue muy difícil de construir y en este momento están trabajando en su revisión. Lo otro es la experiencia de diálogos y negociaciones entre el 2017 y el 2018. Lo más importante es lo que se adelantó en participación, que es el motor y corazón de estas negociaciones, pues sin participación de la sociedad esto no va a caminar. Ambas partes son conscientes de eso.
¿Entonces esa agenda de seis puntos se mantiene o se puede modificar?
Esa agenda se debería mantener en lo sustancial, como en sus ejes que la estructuran, que tienen que ver con la participación, con construir sobre esa participación unas transformaciones y, con esas transformaciones, tener una visión compartida de paz. Creo que ninguna de las partes va a modificar esa lógica.
Pero estamos ante un nuevo momento, entonces hay que darle un encuadre a esa agenda. Hay que discutir nuevamente los países garantes, el funcionamiento de la mesa. Yo sería de la idea de que eso tampoco debe llevarles mucho tiempo, que ojalá en este primer ciclo, que puede durar no sabemos cuánto tiempo, 15 o 20 días, se logre definir la estructura de la agenda acordada por las dos partes.
Y ojalá se pudiera avanzar también en algunos temas como los asuntos humanitarios, el cese bilateral y la parte de participación que es central.
¿Cómo está pensado el funcionamiento de la mesa en este reinicio de las conversaciones? ¿Cuál puede ser su dinámica?
No sabemos mucho cómo va a funcionar la mesa, porque eso es una cosa que deben acordar las dos partes. Pero muy seguramente una vez tengan una agenda estructurada, van a empezar por: los asuntos humanitarios, como por ejemplo confinamiento y desplazamiento de poblaciones, el tema de artefactos explosivos y el tema del cese bilateral. También el tema de los presos del ELN. En mi opinión debería haber algunas medidas rápidas frente a esto.
La segunda parte prioritaria son las definiciones conjuntas frente a la dinámica de participación. Ambas partes coinciden en que este proceso requiere participación. Yo diría, especulando, que ojalá de aquí al 10 de diciembre las dos partes tengan un producto qué mostrar.
Para muchos y muchas analistas una de las grandes dificultades de negociar con el ELN es su carácter federado. La estructura es más horizontal. ¿Están representados en la negociación todos los frentes del ELN?
Yo creo que hay un mito de que el ELN tiene cierto desorden interno y cierta tendencia de que nadie manda y cada uno hace lo que le da la gana. Yo no comparto esa lectura. Yo creo que el ELN tiene un orden interno, una dirección que lo representa y una lógica para llevar su vida como organización. No sin decir que no tienen mil dificultades, mil conflictos internos, mil cosas que ellos tratan como todas las organizaciones.
Yo escuché hoy a María Consuelo Tapias, que es de la delegación del ELN, afirmando que en la delegación están representadas todas las estructuras. Yo creo que la dirección nacional, su Comando Central, son conscientes de que se requiere participación de todas las estructuras. Entonces, creo que entre los 16 que están en esa delegación oficial, están representantes de todas las estructuras del ELN.
La participación es el primer punto de la agenda, pero además el ELN y el gobierno coinciden hoy en llamar a la participación de la gente. ¿Cuál cree que es el lugar real que podría tener hoy la sociedad civil en este proceso de paz? ¿En qué escenarios, qué actores y con qué carácter vinculante o no podrían acercarse a la mesa?
Creo que es una muy buena noticia que este gobierno no va a supeditar la participación a otros puntos. Yo siento que durante el gobierno del presidente Santos la lógica era: tenemos que acordar lo humanitario y usted tiene que comprometerse con ciertos temas para que podamos pasar al punto de la participación. Ese es mi balance. Pasaron casi ocho meses para lograr eso. Yo creo que aquí van a pasar ocho semanas para que veamos una dinámica de participación de la sociedad, que sería una cosa muy, muy diferente.
En el último ciclo, durante el gobierno Santos, o sea en julio del 2018, las dos partes lograron establecer unos derroteros de cómo entendían la participación.
Perfilaron la idea de la participación en tres carriles. Un carril de las regiones, que son protagonistas de este conflicto, entonces hay que convocarlas en su diversidad. Eso puede tener el escenario de cabildos por la paz, de los consejos de paz, de asambleas y de mesas temáticas. Puede haber mil espacios de participación formales y no formales.
Otro escenario son los sectores. Por ejemplo, el magisterio, los trabajadores de la salud, los que están en el medio ambiente, los que están trabajando en infancia o en juventud. Sectores sociales, poblacionales y étnicos podrían ser parte de esa dinámica de participación.
Y un tercer carril podrían ser temas donde se cruzan el primero y el segundo, por ejemplo, la transición energética, la equidad, la educación o el ordenamiento territorial.
Uno esperaría que las comunidades que tienen arraigo en las zonas donde el ELN tiene más mayor influencia estén representadas allí, pero son regiones donde hay una situación humanitaria muy difícil. Entonces, ¿cómo sería posible no supeditar la participación a lo humanitario?
Yo creo que lo humanitario es urgente. Siempre es urgente y sobre eso hay que trabajar. Las dos partes son conscientes de eso, pero no se puede supeditar una cosa a la otra.
Por qué no pensar en que Gobierno y ELN dicen: aquí hay un proceso de formulación del Plan de Desarrollo. Se han hecho 50 encuentros regionales vinculantes, por qué no pensar en, a partir de enero, hacer otros 50 encuentros regionales para discutir cómo va la formulación del Plan de Desarrollo. Ese tipo de cosas son las que yo creo que se pueden hacer.
¿Qué nos dice sobre el presente y el futuro de este proceso la conformación de la Delegación del Gobierno, con la presencia de José Félix Lafaurie, pero también de otras personas de origen diverso?
A mí me gusta mucho la Delegación de Gobierno, empezando por el jefe, el señor Otty Patiño. Yo creo que Otty es una persona de experiencia, con rigor y con muchas cualidades para el diálogo, para escuchar y para plantear sus posiciones.
Igualmente la presencia del senador Iván Cepeda, con su experiencia y su conocimiento, de Carlos Rosero con toda su experiencia en el proceso afro, de Alberto Castilla, que fue senador y viene del mundo campesino. Esa representación de sectores sociales me gusta mucho. Y así podría ir enumerando a cada uno, como Rodrigo Botero con su experiencia en el tema ambiental, Olga Silva con su experiencia en derechos humanos. Creo que es un grupo solvente, con compromiso y con mucha capacidad para construir con el ELN este proceso.
Y la presencia del señor Lafaurie también es una muy buena noticia, porque él es un hombre que no está en el Gobierno, que ha abierto un canal con el gobierno en el tema de tierras muy importante, entonces su presencia me parece que le da mucha fuerza a ese proceso por la diferencia que marca.
Si bien la negociación con el ELN es una prioridad, la ambición de la paz total la pone en un escenario muy complejo. ¿Qué reto representa el paramilitarismo para este proceso?
Ese es un gran desafío de la paz total que es llevar adelante diálogos de sometimiento negociado con el conjunto de actores. En muchos casos coinciden con el ELN: en Arauca y Catatumbo están las FARC, en Chocó y el Sur de Bolívar está el Clan del Golfo. Y en casi todos lados hay confrontaciones del ELN con otros grupos.
Sí es un gran desafío de la política de paz total, pero esa es la tarea que hay que hacer, bien sea con una agenda global, o bien sea con negociaciones de sometimiento.
Quizás la diferencia sea que la única negociación con contenidos más políticos de transformaciones sea con el ELN, las otras tendrán un carácter más de intereses regionales. Ahí viene la tarea del Estado: qué capacidad realmente tiene para hacer la diferencia en el territorio y también con las comunidades de cada territorio.
Cada vez se habla más del ELN como una guerrilla binacional por su presencia territorial y por su conformación. Venezuela es garante, pero también parte interesada: ¿qué implica esto para el proceso de paz con esa guerrilla?
Me parece que lo central es entender que el gobierno venezolano es amigo de la paz negociada. Los gobiernos venezolanos no han tenido el interés de instigar esta violencia o de fortalecer a la guerrilla colombiana. No hay evidencia de eso. Es cierto que compran armas y municiones allá, pero no es una cosa de ahora, sino desde los años 80, vía corrupción. Es más un fenómeno de corrupción que una decisión política del gobierno.
En ese sentido, me parece muy buena noticia que Venezuela siga siendo garante. Las negociaciones se están dando en Venezuela con el apoyo del gobierno venezolano. Su contribución a este esfuerzo es muy importante y se requiere.