La sabana encerrada

Mientras las reforestadoras transforman al Vichada con promesas de energía limpia, el paisaje y las comunidades indígenas se enfrentan a nuevas tensiones y desafíos. Este es el retrato de un territorio que no fue consultado, pero sí transformado.
Fecha: 2025-06-09
Por: Jorge Luis Rocha
Fecha: 2025-06-09
La sabana encerrada
Mientras las reforestadoras transforman al Vichada con promesas de energía limpia, el paisaje y las comunidades indígenas se enfrentan a nuevas tensiones y desafíos. Este es el retrato de un territorio que no fue consultado, pero sí transformado.
Por: JORGE LUIS ROCHA
*Este contenido integra el especial No es bosque, es despojo: La colonización ‘verde’ de los Llanos Orientales, de Mutante, La Liga Contra el Silencio y Runrun.es.
En Vichada —el segundo departamento más extenso de Colombia, al oriente del país y en frontera con Venezuela— el paisaje ha cambiado. Junto a los árboles nativos que ofrecen sombra, alimento y refugio, hoy se alinean eucaliptos y acacias plantados por empresas de reforestación para ser cortados. En el terreno, la promesa de “energía limpia” ha trazado nuevas fronteras, desplazado fauna, alterado los ciclos del suelo y fracturado la relación histórica de los pueblos indígenas con su territorio.
Los Amorúa, Sikúani y Sáliba —comunidades seminómadas— han tenido que marcar límites en una tierra que siempre fue libre. La electricidad prometida no llegó. La sombra de estos árboles no abriga. El verde avanza, pero no respira. Estas imágenes recorren un territorio donde la sostenibilidad dejó de ser promesa y pasó a ser una forma más de ocupación.
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